8/2/08

Tres tipos, creatividad, tecnología... y trabajo

Hace unos años, no tantos, en estas tierras del lejano sur pasaban muchas cosas menos una: con sus más o con sus menos, la Administración Pública (que siempre ha sido omnipresente) cumplía con razonable eficiencia su cometido. Dicho de otro modo, el personal que cumplía distintas funciones dentro del ámbito estatal, conocía su trabajo y trabajaba responsablemente. He conocido y conozco a una importante cantidad de personas que cumplieron una carrera en el Estado y lo hicieron dignamente.
No voy a negar que siempre, al menos desde que siendo bastante joven me incorporé al mundo del trabajo (singular eufemismo argentino para expresar lo más sencillo del mundo: para ganarse la vida por lo general uno trabaja), la administración tuvo su costado burocrático pero –insisto- las cosas más o menos funcionaban, algunas mejor que otras.
Un día llegó el momento de que fuéramos provincia. No hace mucho de esto. Han pasado unos dieciocho años aproximadamente o, si se prefiere, cuatro períodos de gobierno, luego del proceso constituyente. En términos históricos o institucionales es apenas un segundo.
Cuando esto ocurrió la nueva provincia no solo contaba con esa administración a la que recién me refería, sino que también fue posicionada –económicamente hablando- de modo especialmente favorable. Dinero no ha faltado, aunque parece ser que falta.
Uno podría decir que el escenario era sin duda singular, inédito en la República Argentina. El horizonte, que es ancho y muy hermoso al amanecer, cuando lo tenemos a la vista, se había ensanchado. Éramos una provincia rica. Sin embargo parece ser que el horizonte no ha estado a la vista o no se lo ha querido ver. Basta con recorrer las noticias de un día cualquiera –hoy- para observar que lo de la riqueza ya no es, al menos en el ámbito de la Administración Pública. Diría que más bien es lo contrario.
Alguna vez se dijo “es necesario fundar las nuevas instituciones de la nueva provincia”. Lo peor de todo es que la frase se repite cada cuatro años. Pocas cosas son más peligrosas que los fundacionales. Frente a este fenómeno sugiero tomar prudente distancia.
Si bien es cierto que efectivamente existió (antes... ¿y ahora?) la necesidad de contar con un servicio idóneo de justicia provincial e incorporar ciertas dependencias que tomaran el control de áreas que se encontraban bajo la gestión directa del Estado Nacional, siempre he creído –y lo sostengo- que esto de fundar las nuevas instituciones no fue más que la excusa para abrir la Caja de Pandora y… ¡a la carga Barracas!
No creo necesario extenderme sobre el particular. Sólo digo que no hay asunto o cuestión de la vida que no haya merecido la creación y crecimiento exponencial de al menos dos o tres reparticiones yuxtapuestas, todos ellas bastante poco eficaces y caras, muy caras. Tan caras como la producción de una película de Hollywod.
Aquí (por la siempre abundante provisión de material de todo tipo que mi hermana Dolores realiza desde el otro lado del Atlántico) tengo para compartir un video publicado en YouTube que, más allá de sus aspectos humorísticos, es una suerte de parábola aplicable a nuestro caso, que no es otro que la endemia elefantiásica amén del saqueo de todo tipo (el de la corrupción y el de los excesos, los dos) que sufre el sector público en nuestra hermosa provincia.





En definitiva, amigos, creo que hemos sabido partir del exceso para llegar al desastre. Y en eso estamos ahora, observando azorados nuevas medidas que en mi humilde opinión no son otra cosa que una nueva faceta del mismo problema.
Mientras tanto, no hay modo alguno de lograr que un trámite cualquiera no se convierta en un infierno por obra y gracia del desconocimiento de sus funciones por parte de quienes deben hacer el trabajo correspondiente y la inescrutable lógica de la ilógica estructura administrativa estatal.
Si uno accede al director (o peor aún, el funcionario político de turno) éste no se hará cargo, manifestando que “elevó o giró las actuaciones". Nada de tomar decisiones o asumir sus responsabilidades. Me pregunto a quién le “elevan” las actuaciones correspondientes quienes están en el pináculo del poder político… ¿Estará Dios atendiendo el mostrador?
Ahora bien, ¿quiénes son los responsables de semejante desmadre? Respuesta automática: los políticos.
Es cierto, son primarios responsables aquellos que tienen o han tenido en sus manos la toma de decisiones. Pero ¿son ellos los únicos responsables? ¿Dónde estábamos todos nosotros mientras tanto? ¿En Marte?
La gente (definición difusa, si la hay, en el ámbito del tema que intento comentar) ¿aprovechó o no aprovechó la “movida” cuando se le presentó la oportunidad? ¿Cuántos rechazaron ocupar un cargo asumiendo su falta de experiencia o idoneidad en el tema? ¿Los directores o responsables, coordinadores, jefes y demás yerbas de planta a qué se han dedicado, además de cobrar, mes a mes, el plus funcional? No quiero ser injusto, no hay peor cosa que la generalización, siempre hay quien hace lo que mejor puede y más también, pero entiendo que no son pocos los que han sabido hacer ooossssooo.
Por otra parte ¿de dónde provienen los políticos? ¿Son importados, como los perfumes, o pertenecen a esta sociedad, la misma que se abalanza ante cada cargo o contrato administrativo o prebenda de cualquier tipo, así no se sepa hacer la “O” con un vaso?
No quiero resultar agorero, mi naturaleza es optimista y pienso que los jóvenes que nos sucederán sabrán salir adelante, pero me parece que estamos en el horno. La sal no sala y el azúcar no endulza… Que lo parió, diría Mendieta.

Nota: El autor del video es Richard Hammond y, como se puede ver, reproduce una escena -el desembarco en Normandía- que en la filmación de la película "El Día D", requirió más de mil extras.

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