23/10/08

¿Es cuatro?

Hay un viejo chiste que relata un momento en que los líderes de la humanidad necesitan imperiosamente desentrañar un misterio: ¿Cuánto es dos más dos?
Son convocados el mejor matemático del momento, así como el más insigne estadístico y el más notable de los economistas. Ellos, los sabios, debían encontrar la respuesta.
El matemático fue breve y contundente. Dos más dos es cuatro. Punto. Luego, por floreo, agregó que se trataba de un número real, positivo, par... etc.
El estadístico, ya algo sociológico, expresó que, en realidad dos más dos era un valor posible de ubicar -margen de error mediante- entre el tres y el cinco. Ya se vería, en todo caso, cuál era tal valor cuando la gente tomara sus propias decisiones.
Los líderes (bueno, los tipos/as a cargo o en el cargo, por decirlo de algún modo), a esas alturas, pensaron algo parecido a "estamos en el horno, ¿a quién se le ocurrió traer a un encuestador?"
No hubo duda, se imponía la tercer respuesta. Ella sería la síntesis, Hegel mediante. Era el turno del economista. Allí estaba la verdad, seguramente.
El tipo, luego de carraspear y poner su mejor cara de poker, preguntó: ¿Cuánto quieren que valga dos más dos? ¿Qué quieren que les diga?
Ya saben, los mercados son eso, mercados. Sugiero hacer un rápido raid por el diccionario (hasta el más berreta sirve) para buscar el significado de la palabra mágica: mercader. Y, si no les cabe, vayan a la Medina de Fez, Marruecos. Ya se van a dar cuenta de lo que estoy hablado.
Fin del palazo: si esta historia no hubiera traspasado las cuatro paredes del vetusto ámbito académico en que se desarrolló, las mariposas seguirían volando, las hamburguesas comiéndose y la pelota rodando. Pero no, allí estaban los medios. Resultado: se pudrió todo. No más hamburguesas, la pelota no dobló, las mariposas dejaron de ser libres y todos nos fuimos a la mismísima mierda.
Me encanta la posmodernidad...

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