19/1/09

Barroco II


Usted está viendo una imagen muy conocida. Es San Pedro, en el Vaticano. Pero esta imagen en particular nos muestra tres intervenciones magistrales, todas a la vez, es decir el conjunto final, lo más importante.
Empecemos por la cúpula diseñana por Miguel Angel (prometo, un día de estos, despacharme a gusto sobre quien creo que ha sido el más grande entre los grandes), ya manierista, que es lo mismo que decir una implícita invitación al barroco. Juro haberme subido hasta el último escalón, casi dejé mis pulmones en el esfuerzo pero, amigos, aseguro que hay pocas cosas tan perfectas.
Sigamos por la fachada de esa suerte de gigantesco mastodonte imaginado por Bramante (un grande aunque, como todos los grandes, de vez en cuando se equivocaba), la basílica de San Pedro. Realmente era un desaguisado y alguien tenía que ordenar el lío. Lo hizo Carlo Maderno, arquitecto y artista al que no se le da tanta bambolla pero que, sin embargo, tuvo la capacidad de ordenar y sintetizar lo que no pudieron los "grandes". A veces no es necesario ser tan grande sino racional, ordenado y práctico. Lo práctico tiene su poética, no lo duden.
Para terminar (aunque prometo dedicar un tiempo a explorar su obra, por más trillada y conocida que sea), el toque genial, el redondeo, el límite y sentido a lo que no era más que un gigantesco descampado, fuera de escala, desordenado. La Columnata de Bernini.
En mi opinión hubo entre cinco o diez creadores que, en la plástica, superaron todas las barreras, que han estado más allá de lo bueno. Entre ellos está Lorenzo Bernini. Un genio.

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