25/6/09

Jóvenes (o el amor después del amor)


Amanece. El parece estar dispuesto a dejar la habitación en cualquier instante pero lo que dejará es la vida. Ha optado por el olvido definitivo, sin tener que decir adiós.

Ella, Marion, "...estaba cansada y se había vuelto a dormir con un yacer profundo y sin sueños, exhausta de amar." Al menos así lo cuenta Alfred de Musset en su poema "Rolla" escrito, si no me equivoco, en 1833. Romanticismo lírico de la más pura cepa, el de los sentimientos profundos y trágicos amores. Es comprensible: Alfred tuvo su momento de glorioso y apasionado romance con nada menos que Amandine Aurore Lucile Dupin -George Sand para los amigos- viajando por Italia, ámbito particularmente especial para los calores del amor.

"Queda dicho que Musset publicó sus primeras poesías a los veinte años, y poco después, en 1830, se sitúa la aventura del viaje a Italia con Jorge Sand y el amargo desengaño en él sufrido, y que le dictó tan sentidas estrofas. Aventuras análogas no son cosa inaudita, en los tiempos del romanticismo y en todos los tiempos; mas si no es un gran poeta el que sufre la decepción, o siendo poeta no le inspiran cantos, no nos importan; son un episodio sencillo, de tantos como surgen. En la mesa de un café, un amigo las refiere a otro, y, según los temperamentos y caracteres, se comentan en broma o con dejos de melancolía. Y no ha pasado más. En Musset, pasó lo mejor que podía pasar: se produjeron algunas obras maestras. Digamos, pues: ¡Feliz culpa!"(Ver fuente aquí).

Unos años después, Henri Gervex, con apenas dieciseis años produce la obra que encabeza este post: Rolla, obviamente. Obra que, como los encendidos poemas de Musset, es de alto voltaje.

Pero ¿quién es Rolla? El es el aparente protagonista de esta historia toda vez que, enamorado perdidamente de Marie, sucumbe a los encantos de Marion, doble de su amada y cortesana frente a la que termina subyugado. Se inicia, entonces, un sinuoso trayecto de voluptosidad y autodestrucción que culmina con la muerte de Rolla, quien se envenena (casualmente cicuta, la misma que se le "prescribió" a Sócrates...¿habrá relación o mis "asociaciones ilícitas" han pasado de la raya?) en brazos de Marion.

Pero si observamos detenidamente la imagen descubriremos que la gran protagonista es Ella. El joven, que irresponsablemente y preso de su pasión descontrolada, se despoja de todo aquello que le da cierto sentido a su vida por una noche soñada (sabiendo que tal sueño le estaba vedado), mira hacia la cama donde duerme la espléndida Marion, en completa desnudez. Su expresión es aniñada y combina inocencia y concupisencia, mezcla explosiva por cierto. Rolla muere, lo suyo tiene un final. Marion sigue con su vida cortesana, que no acaba. "Y por lo tanto, ambos huyeron de las crueldades de la suerte, la niña en el sueño, y el hombre en la muerte". ¿Cuál será la huida más cruel?


Gervex pintó este cuadro en 1868 y, como buen joven que era, lo presentó en el Salón de París. Como era de esperar fue rotundamente rechazado por "demasiado desvergonzado"... No me van a negar que lo de demasiado no es toda una sutileza ¿no les parece? En fin, lo cierto es que Gervex no bajó los brazos y redobló la apuesta: expuso su cuadro en la vidriera de una tienda parisina y causó sensación. Reitero la sutileza del "demasiado". La hipocresía es extraordinaria y no reconoce límites. Ayer, hoy y lamentablemente también mañana.

Pero no todo lo romántico termina trágicamente. Fíjense, por caso, en la creación de Fito Paéz. Allí nadie se envenena y, al parecer, la cuestión viene algo más ¡pum, para arriba! Es cuestión de momentos. La vida es un conglomerado de momentos, creo. En todo caso habría que escarbar en la obra de este buen músico popular contemporáneo para detectar los resultados del fin del pletórico amor que proclama en la bella canción que invitamos a disfrutar.



Termino: Me quedo con la chica de la pandereta, la que canta con Fito. No sé quien es pero me resulta muy Venus. Advierto que no pienso tomar cicuta...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Francisco, la chica de la pandereta es Claudia Puyó, una de las mejores voces bluseras de nuestro país, y referente femenina del "rock del oeste".
Claudia no grabó mucho, pero ha colaborado con casi todos "los grandes".
La viene peleando desde la época de la revista "Canta Rock". Un abrazo.

Roberto

ars dijo...

Roberto, amigo y maestro, sos un grande. Confieso que "me sonaba" la Puyó, pero no estaba demasiado seguro y preferí bautizarla como "la chica de la pandereta". Es más romántico ¿no?