21/6/09

Ser padre

No se si el llamado “Día del Padre” se festeja o existe en otros sitios, supongo que algo debe haber por ahí. En la Argentina en el mes de junio, concretamente el tercer domingo de este mes es el día y por lo tanto arrecian los regalos, las juntadas familiares y almuerzos especiales, los mails, llamadas telefónicas, SMS y demás. En otras palabras: se mueve dinero que, sinceramente, creo es la razón por la cual se estableció tal festejo. Pero también ocurre el encuentro, o reencuentro.
Tuvimos (y obviamente seguimos teniendo) en primer lugar, el “Día de la Madre”. Yo era un pequeño cuando esto -lo de la madre- comenzó. ¿Por donde empezar, no? Unos pocos años después, aparecimos en escena los padres, más tarde los amigos, el amor, el animal, el medio ambiente… me animo a decir que ya debe haber un día de la Vaca Aurora.
Hay para todos, el asunto es vender. O, en lo mediático, tener tema para hablar de algo cuando no hay mucho seso para decir nada que valga la pena o, peor aún, cuando no se quiere contar lo que debería ser contado. Pero también está el tema en sí, por más excusa comercial o mediática que ocurra, existe y sirve. Es sano celebrar. Y más los vínculos que hacen a nuestra esencia, entre ellos la paternidad.

¿Y qué es ser padre? Pregunta compleja, que reconoce un abanico de respuestas. Intentaré la mía, que no es otra que la existencia de mis hijas. Y la de su madre, artífice esencial, fundamento de mi paternidad. La madurez inestable que vivo me permite reflexionar sobre el sentido de ella y disfrutar a la vez el milagro de tener frente a mí a jóvenes mujeres (mis hijas) con las que mantengo encuentros y desencuentros.
Hace nada (el tiempo pasa muy rápido) ellas me regalaban sus manitas impresas en una cartulina y yo era algo así como un dios del Olimpo. Hoy, con suerte, soy “pa” o “papaaaa”, con fonética crítica. Pero también soy quien ve con indisimulado orgullo, a modo de observador privilegiado, su crecimiento personal, no siempre muelle y regalado, incluyendo momentos de dolor.
Me defino como un dador ¿qué otra cosa podría ser un padre? Aunque comencé a convertirme en un receptor porque, cada minuto de éxito o disfrute de mis hijas, se convierte en mi placer. Un momento feliz, aunque ellas no lo perciban. Y cada fracaso, me atraviesa el alma, porque lo siento mío. Sinceramente ser padre es muy difícil pero, mis amigos, no hay nada que supere tal condición. Es maravilloso, simple y absolutamente maravilloso.

Luego, uno también es hijo, aunque “el viejo” ya no esté. Me gustaría, soñando por un instante, reencontrarme con mi padre y poder hablar largo y tendido de muchas, muchísimas cosas. Este diálogo, en términos explícitos resultó escaso. Debí conformarme en más de una oportunidad con lo implícito, según los usos y costumbres de aquellos tiempos, incluyendo mi soberbia juvenil. Hablamos lo necesario pero admito que me quedé con ganas de hablar más, mucho más. Es que -repito- ser padre es algo complejo. Y ser hijo ni les cuento.
Vaya aquí mi homenaje a nosotros, los padres, empezando por mi viejo. Y mi homenaje a mis hijas, que me permiten ser padre.



"Adiós Nonino", Astor Piazzola acompañado por Oscar López Ruiz (guitarra), Pablo Ziegler (piano), Fernando Suarez Paz (violín) y Héctor Console (bajo). Festival de Jazz de Montreal, 1984. ¿Buena música, no?

2 comentarios:

Soledad dijo...

Gracias papi.

ars dijo...

Gracias a vos, hija adorada.