6/6/09

Venus (versión 1.1)


Se la pensó Afrodita, pero nos quedamos con Venus. Es que el Imperio Romano no fue poca cosa, le guste a quien le guste; o disguste. En todo caso la nominación del paradigma es lo de menos, se trata de “Ella”. Y si de ella hablamos hay mucho que contar, lo suficiente como para declararme lisa y llanamente ignorante al respecto. Pero la ignorancia que declaro tiene sus particularidades, las que se resumen en dos ejes, a saber:

a) Digo libremente lo que se me viene en gana y no siento culpa alguna, toda vez que soy un ignorante.

b) Si hay algo que me llama la atención, intento que mi ignorancia remita levemente a los efectos de darme el gusto de, obviamente, seguir diciendo lo que se me viene en gana.

Es evidente que "hago trampa", como diríamos de niños a la hora de los juegos. ¿Y qué? Esto es un entretenimiento y, en tal contexto, hoy tengo ganas de echar una mirada sobre una dama (probablemente Doña Eleonora Gonzaga) de la que me enamoré hace ya muchos años, sin que este amor haya menguado ni un ápice. Es que La Venus de Urbino es muy atractiva.

Pregunto: ¿Es posible estar enamorado de la imagen de quien ya no existe aunque allí está, plasmada en la obra de un artista? Yo creo que sí, ya confesé mi amor, aunque por ahí tal enamoramiento es “políticamente incorrecto” y digno de merecer un extenso tratamiento psicológico. No me importa, igual sigo enamorado de ella o mejor dicho, de lo que ella significa, que es algo superior.

Doña Eleonora no importa ahora (aunque me barrunto que el amigo Tiziano estuvo más que atento al respecto, dada la insistente tendencia a pintar desnudos de Vecellio, original de Pieve di Candore, ciudadano de Venecia, amigo y discípulo de Giorgione); importa el portentoso mensaje erótico, cuidado, moderado, implícito, que nos ha dejado el artista en este cuadro que (no hace falta que lo aclare, justamente yo, el ignorante), se ha convertido en un eje conceptual en torno al cual han girado durante años y más años, como en una noria, distintas expresiones que nos han ido dejando otros grandes de la plástica occidental.

Y no es que el asunto no hubiera sido tratado antes. Sobran los ejemplos. Es que la obra de Tiziano cumple con los principios que definían la belleza en tiempos del Renacimiento (orden, proporción, razón y equilibrio entre las partes), pero se permite ir un poco más allá acercándose, entonces, al más acá. Dicen que esto se llama Manierismo. A mi me parece que se trata del reconocimiento de que los seres humanos somos de carne y hueso, por más razón que nos gobierne.

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