30/8/09

Ser un sapo

Me gusta la música. Más me gusta la música argentina, en particular la que me identifica. Sapo Cancionero, de Jorge Hugo Chagra (letra) y Alejandro Flores (música). Intérpretes... los mejores. Con ustedes Los Chalchas.



PD: Ya vamos a volver con Los Chalchaleros. No solo vale la pena, se lo merecen.

29/8/09

Relato inconducente

Son las ocho de la mañana, es invierno y los aspectos ambientales no se presentan muy favorables que digamos. Hace frío y sobre todo allí está la eterna humedad, esa que “mata”, la de Buenos Aires y alrededores.
Los alumnos de la escuela N° 9, Dalmacio Vélez Sarsfield, de Quilmes –Provincia de Buenos Aires- cerquita de la Capital (aunque en los tiempos “del futuro soñado” se denominará, peyorativamente y casi como un latiguillo vacío propio de charlistas y políticos de mala laya, el conurbano bonaerense), formamos fila en el patio abierto (que fué y sigue siendo lo único que hay), para la diaria ceremonia del izado de la Bandera, recitado de la Oración a la Bandera incluido. No sé los demás, pero no puedo evitarlo. Todas las mañanas siento algo indefinible o que no logro reconocer. Se trata de la Patria, concepto que no entiendo claro pero intuyo importante. Ella nos ofrece un futuro. Yo prometo todos los días ir por él en honor a ella.

La garúa matinal nos hace pomada pero no nos importa demasiado. Los niños, los jóvenes, somos de goma, todo terreno. Nadie nos ha abandonado sino todo lo contrario. Nuestras madres nos han despertado, acompañaron la higiene matinal diaria y nos sirvieron un sustancioso desayuno, a lo pobre pero sustancioso. Tenemos defensas y hay quien nos contiene. Nos contiene la familia y nos contienen nuestras maestras. Maestras argentinas egresadas del “Normal”, de guardapolvo plisado almidonado a rabiar, rodete a lo Evita y porte solemne. No falta la que se permite un moño o un elegante pañuelo en el cuello para morigerar el húmedo y penetrante frío y, por supuesto, para lucirse un poco. Ellas son señoras, damas de verdad. Son mujeres. No nos resultan simpáticas sino todo lo contrario. Sin embargo junto a ellas uno se siente seguro, por más que te tengan cagando.

La escuela es una vieja casona, tipo “chorizo”. Patio, galería y fila de aulas. Al fondo los baños y a la entrada el reducto de los porteros, verdaderos dueños del poder en ese pequeño (y gigantesco a la vez) mundo de siete aulas, salita de maestras, biblioteca, salón de música con piano y “señorita” de música (ya entrada en años, pero señorita siempre, eternamente siempre), dirección y los demás espacios ya mencionados. No hace falta nada más. Corrijo, me olvido del mástil, ese en el que cada mañana izamos la Bandera, en el patio, a cielo abierto, sea invierno, primavera o lo que venga. El mismo en el que se festejan las fechas patrias, jugamos en los recreos y hacemos los ejercicios de Educación Física. Un patio, no hay misterios.
Es la escuela del barrio. Punto. Nadie duda. Los pibes vamos a la escuela del barrio porque todas son iguales, no hay diferencias. Y vamos solos, caminando, sin miedo alguno, con nuestros guardapolvos que –esmeros y esfuerzos de madres mediante- supieron estar almidonados el lunes a primera hora aunque bien que nos ocupamos de desalmidonarlos en menos de lo que canta un gallo, razón por la cual el mismo lunes al mediodía ya dan lugar a la duda. Ni hablar de los zapatos, probablemente marca “Gomicuer”.
Roberto, Osvaldo, Beto, Graciela, Silvia y yo mismo tenemos que caminar entre una y tres cuadras para ir a nuestra escuela. No hace falta que nadie nos lleve y traiga, nadie desea ser acompañado, nos arreglamos solos y nos arreglamos muy bien. El barrio nos cuida. Empezando por el tano Bertana, almacenero, cuya máxima es “lo qui se rompe se ripone”.

Dictados, escribir cien veces “no debo hablar en clase”, Belgrano, la Pampa Húmeda, la regla de tres simple y (¡mi madre!), la compuesta. Hacer se escribe con hache, San Martín, algún triángulo, la plataforma submarina, las Islas Malvinas, Sarmiento (quien en incómodas circunstancias fue llevado por el viento), las tablas de multiplicar, la Patagonia, la Revolución de Mayo, el 9 de Julio, nuestra fauna, el Ceibo, las vacas, el Escudo Nacional, la Bandera, el Himno, Gabriela Mistral, Platero y yo, el pericón, la vieja de música y su gastado piano, Febo asoma… los zapatos de mi abuela son de goma… Los malditos deberes.

Ya es mediodía. En los recreos fue creciendo una polémica. Beto afirmó que logró hacer “hoyo y quema” con su nueva y fulgurante bolita japonesa. Yo sostuve lo contrario, la bolita –por japonesa que fuera- había saltado del hoyo. Terrible discusión, exacerbada además por la indisimulable envidia que esa puta bolita japonesa nos genera ya que, sinceramente, es más linda.
Inevitable, a la salida nos cagamos a patadas, exactamente en la esquina de enfrente de mi casa, a una cuadra de la de Beto y a otra de la escuela. Es un punto equidistante, más allá de la inconveniente cercanía a mi hogar, donde mi madre me espera para el almuerzo cotidiano y una zurra “ad hoc”, obviamente.

Don Lucas, que habita la casa de tal esquina y tiene casualmente una privilegiada ventana en la ochava, sigue las instancias de la disputa, a modo de árbitro, cantando “break” cuando la cosa se pone jodida. Y, nosotros, por más enfervorizados que estemos, le damos bola a Don Lucas. El y no otro nos apaña a la hora del muñeco de San Juan y tantas otras más que interesantes actividades callejeras. Y digo más, hasta nos acompaña subrepticiamente a los ya cerrados talleres del ferrocarril, que quedan a tres o cuatro cuadras, cerquita de la Cervecería Quilmes, donde alguien decidió dejar morir para siempre a hermosas locomotoras a vapor, negras, engrasadas, extraordinarias, descomunales. Y no solo nos acompaña. Cuenta historias, de los viejos tiempos, cuando “todo esto era campo”. Don Lucas es jubilado, no tiene hijos. Sin embargo tiene una nutrida banda de nietos. Nosotros, los pibes del barrio.

Hasta aquí todo se desarrolla normalmente pero, ya se sabe, siempre surge lo inesperado. Doña Lucinda, la enfermera del barrio (solterona o viuda -no lo sabemos- y con amores nunca declarados, “fana” del “Cervecero” y nuestra llave de entrada a la platea de damas y niños de la cancha de Guido y Paz), sale de la carnicería que para nuestra desgracia queda a veinte metros del ring side. Alguno, me parece que el siempre prudente Roberto, cantó: “sonamos, apareció la vieja, el sábado no vamos a la cancha”.
Tal cual, no fuimos a la cancha. Porque Doña Lucinda tiene sus reglas, la primera es –vaya injusticia- que no se puede putear al contrario en pleno partido (aunque se trate de Banfield, Lanús o Gimnasia, todos ellos acérrimos y asquerosos enemigos a la hora del partido), toda vez que debe prevalecer el “fair play”. La segunda, tampoco se puede putear fuera de la cancha porque es de mal educados hacerlo. La tercera, obviamente, no se permiten las piñas que, dicho sea de paso, incluye el pecado anterior, el de las puteadas.
Moraleja, no vamos a la cancha durante un mes, dos fechas de locales. Terrible y fatal destino. Nos perdemos el clásico del sur, con los impresentables de Banfield. Y todo por una bolita japonesa que, insisto, saltó del hoyo invalidando la jugada de Beto. No hay duda, Beto es un boludo y yo un calentón, es decir otro boludo.

29 de agosto de 2009, casi a la medianoche. Me pregunto si esto que relato ha ocurrido o sólo se trata de una más de las ficciones que solemos construir, contando un pasado inexistente. No, no se trata de una ficción aunque el hoy –tan diferente- nos imponga la duda. No solo esta historia banal ha ocurrido, cuestión que a nadie le importa, sino que hace no demasiado tiempo los que fuimos niños éramos copropietarios de la calle, sin miedos, cuestión que sí importa y mucho. ¿Hace falta decir que la calle es una lección de vida?

Reflexiones

Miguel es un amigo y además forma parte de la cofradía de los vitivinilos, aspecto para nada menor. La mayoría de los amigos de este espacio no saben de tal cofradía. Pues no sepan, ya se enterarán a su debido tiempo. Por ahora estamos enfrascados en la redacción del "manifiesto vitivinilo", texto que anda dando vueltas por ahí. Se trata de una creación colectiva, que no pertenece a sujeto alguno toda vez que es patrimonio de todos.

Lo cierto es que Miguel tuvo la deferencia de acercar un par de aportes que, en mi humilde opinión, merecen ser compartidos. La primera de ellas reza así:

"En respuesta a lo publicado por Francisco en su blog, la versión más conocida por mi de un poema de Goytisolo en la voz de Paco Ibañez."



PALABRAS PARA JULIA

Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.
Hija mía es mejor vivir
con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.
Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido.
Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor.
Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada.
Pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otra gente.
Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.
Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti
como ahora pienso.

El segundo, como si con el ya compartido no bastase, "...es este temita, creo yo de los 90´s. La voz de Darius Rucker (Hottie and the Blowfish), potente voz por cierto."



Bueno, ¿no? Gracias Miguel.

PD: Es notable la que un ser humano y una guitarra pueden hacer.

El buen escribir

Jésica (Jeve) y Marcelo (Ruma) llevan adelante un hermoso blog, "Palabras como nubes". Si observan por el sector de los sitios interesantes, allí está el link.

Hace no muchos días Jeve publicó un texto (me animo a pensar que se trata de un cuento o, si se prefiere, un relato) titulado "Cien palabras". No sé que opinarán los que saben de estas cosas. A mí me ha parecido maravilloso, un ejercicio de síntesis narrativa casi perfecto (y adjetivo con el consabido "casi" sólo porque asumo que los humanos tenemos nuestras imperfecciones, no vaya a ser que se nos ofenda algún fundamentalista), digno de ser leido varias veces. Bastan cien palabras para contar el cuento. Ni más ni menos. Cien.

Por favor, no se pierdan este delicioso remanso literario. HACER CLICK AQUI.

23/8/09

Algo más de Prévert (a pedido)

PARA TI MI AMOR (1)

Fuí al mercado de pájaros
Y compré pájaros
Para tí
amor mío
Fuí al mercado de flores
Y compré flores
Para tí
amor mío
Fuí al mercado de hierros viejos
Y compré cadenas
Pesadas cadenas
Para tí
amor mío
Y después fuí al mercado de esclavos
Y te busqué
Pero no di contigo
amor mío

(1) Jacques Prévert. Palabras. Traducción Juan José Ceselli. Compañía Fabril Editora S.A. Buenos Aires, sexta edición, 1977.

22/8/09

Como Tú

Hace un par de meses recordaba en este espacio un poema de León Felipe (VER) referido a la Luna, aquella que "...para no la robasen, en el pozo la han guardado..."
Hace mucho más que unos meses, diría que unos cuantos años (y algo más), supe tener un bello LP (de vinilo, por supuesto) que me acompañó a todas partes hasta que, como la simple piedra de un camino cualquiera, rodó para tomar vaya a saber qué rumbos.
Hoy me puse a escarbar por Internet y me reencontré, por así decirlo, con aquel querido disco escuchado hasta el cansancio y la interpretación de Paco Ibañez de hermosos poemas, como este. Creo que se trata de una bella conjunción y espero la disfruten tanto como yo.


15/8/09

Más Prévert

EL CAMINO RECTO (1)

De kilómetro en kilómetro
de año en año
viejos de frente estrecha
señalan a los niños el camino
con ademán de cemento armado.

(1) Jacques Prévert. Palabras. Traducción de Juan José Ceselli. Compañía Fabril Editora S.A. Buenos Aires, 1977 (6° Edición).

12/8/09

Gricel

Este es Fats Fernández, trompetista, músico de altísima calidad, nacido en el muy porteño barrio de La Boca. Nos regala una versión hermosa y diferente del tango "Gricel", de Contursi y Mores, una gran historia de amor.
Fernández ha integrado muchos grupos, entre ellos, el recordado quinteto del "Gato" Barbieri y Sanata y Clarificación, que lideraba Rodolfo Alchourrón. Ha tocado con músicos de la talla de Ray Charles, Paquito D'Rivera, Chick Corea, Lionel Hamptom y Michal Urbaniak.
En este vídeo lo acompaña Litto Nebbia, que aparece por ahí con una guitarra en la mano. Es posible que esta grabación se haya realizado en los estudios de Litto. No lo sé.
Que lo disfruten.

Más percepciones

Por lo que he podido leer en los diarios, el INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) sostiene que la canasta alimentaria de una familia tipo argentina asciende a la suma de catorce pesos diarios ($ 14); luego, las propias cifras oficiales nos informan que Aerolíneas Argentinas sostiene un déficit diario de unos nueve millones seiscientos mil pesos por día ($ 9.600.000), cifra que parece no impactar demasiado en la calidad del servicio que presta "la línea de bandera" ya que funciona tan mal como siempre. A esta suma habría que agregar unos cuantos -muchos, tantos que no lo sabemos- milloncejos de Dólares por compra de aviones y amortizaciones de capital.
Bien, calculadora en mano y siguiendo disciplinadamente los dichos y datos de nuestro gobierno, una sencilla cuenta de dividir nos indica que se vuelan en el aire los alimentos de unas 685.714 familias argentinas por día.

Como estamos en el campo de las percepciones, me puedo permitir una interpretación diferente. Ni la canasta alimentaria de una familia tipo argentina asciende a $ 14, ni Aerolíneas Argentinas "sólo" nos cuesta los $ 9.600.000 diarios declarados. Y si usted desea una experiencia perceptiva cargada de adrenalina, acérquese al supermercado más cercano o vaya donde le plazca, que saldrá espantado por los precios de alimentos y demás elementos indispensales para el sostenimiento mínimo y digno de una familia tipo. Todo es más caro y, huelga decirlo, los que pagamos somos nosotros.

Los diarios dan cuenta también de la repentina interrupción de los contratos que la AFA (Asociación del Fútbol Argentino) suscribió oportunamente con TSC (Televisión Satelital Codificada), para pasar a un "sistema" por el cual será el Estado quien aporte varios cientos de millones al año al negocio de la pelota que, esta vez, parece que sí dobla, o se dobla... y se mancha. Amén de este pequeño detalle, se dice por ahí que la indemnización a la empresa TSC rondaría unos mil quinientos milloncitos ($ 1.500.000.000) de pesillos. Aunque sigo teniendo la calculadora en la mano, no me animo -por pudor- a sacar la cuenta de la cantidad de "canastas alimentarias versión INDEC" que implican semejantes sumas. Pero, cuidado, a no percibir erróneamente, toda vez que el fútbol será "democratizado"... ¿Lo será al punto de convertir en realidad la ironía de la Dra. Carrió, quien manifestó que "...vamos a terminar discutiendo el pase de Riquelme en la Cámara de Diputados"?

Amigos, no seamos necios. Ocurre que tenemos los sentidos equivocados (empezando por el sentido común) y no sabemos percibir correctamente lo que nos pasa, aunque misteriosamente nuestros castigados bolsillos están cada día más vacíos o vacíos del todo, al punto de la indigencia. Debiéramos mejorar nuestra sensibilidad perceptiva y aprender de los que saben, siguiendo las sabias enseñanzas de nuestro matrimonio presidencial que, geniales ellos, han sabido incrementar su patrimonio "declarado" en más del 100 % en un año. A eso llamo yo ser sagaz y perceptivo. ¿Cómo no nos damos cuenta, argentinos? Tenemos frente a nuestras propias narices el mejor ejemplo de la perfección económica y no sabemos entender, somos tontitos.

Eso sí. No me vengan ahora a decir que "nadie los votó". Y, peor aún. Habiendo sido derrotados en las últimas elecciones, parece ser que nadie ha ganado. Esto es muy curioso.

10/8/09

Acerca de las Percepciones

Al final, terminado de decir lo que decidió (o pudo) decir en su Carta Abierta (A Buenos Aires Violento) (1), Eduardo Gudiño Kieffer cita a Cesare Pavese y cuenta que él, en su obra El Oficio de Escribir (mayo de 1942), dice:

“Lo que nos sostiene en la inquietud y en el esfuerzo de escribir es la certidumbre de que en la página queda algo que no ha sido dicho.”

Parafraseando a Pavese, en una de mis acostumbradas asociaciones ilícitas, pensé que resultaría un buen ejercicio releer lo leído tiempo atrás, en otro contexto. Es posible que haya quedado algo que no fue percibido, incluyendo lo que no fue dicho. O mejor expresado, seguramente lo percibido en esta segunda lectura será diferente, salvo contadas excepciones.
Este pequeño juego, releer ahora este libro que me llamó la atención en mi juventud, casi cuarenta años después, estuvo interesante.

Gudiño Kieffer ha sido un escritor admirado o rechazado, según las percepciones de unos y otros, en diferentes momentos además. No sé si ha sido un gran escritor, pero supo –y creo que bien- hacer lo suyo. (VER).
Su Carta Abierta destinada a un Buenos Aires que efectivamente era violento es una obra que no ha perdido vigencia, aunque siento (con cierta decepción) que debería haberla perdido, si pensamos en una sociedad que evoluciona. Pues parece que no, que tal evolución no se ha dado como muchos esperábamos.
Buenos Aires sigue siendo violento, expulsivo y pacato, en particular con sus jóvenes. Podrán haber cambiado algunos “ejes”, pero la sustancia está allí, ahora más profunda y absurda. Atrasada. Me atrevo a decir que es denigrante. La gente muere porque sí, sin siquiera la excusa de una revolución o algo por el estilo. La exclusión lisa y llana domina el escenario social mientras que la pacatería sigue su reinado como si nada hubiera pasado. En el libro hay algunos relatos que conmueven, ásperos; y frases, pasajes o citas memorables. Ejemplo: “Ir hasta el fondo no sólo es resistir sino también dejarse llevar. Tengo necesidad de sentir mi persona en la medida en que es el sentimiento lo que me sobrepasa. Tengo necesidad de escribir cosas que, en parte, se me escapan, pero son la prueba precisamente de lo que es más fuerte que yo mismo” (Albert Camus, 1937).

Mientras acaricio las orejas de Felipe (el bendito perro Beagle –un revoltoso- que tuve la malhadada idea de regalar a mi hija; bicho que, por más conferencias referidas al arte que le prodigue sólo piensa en comer, dormir y ser acariciado, programa bastante apetecible por cierto), sigue dando vueltas en mi cabeza esto de “la percepción”, un concepto complejo, volátil.

Volviendo a Gudiño Kieffer, no podría faltar el humor corrosivo, crítico, impiadoso con una sociedad hipócrita y almidonada. No creo que el relato en que "Doña María Guadalupe de De Santis, presidenta de la liga Pro Moral y Buenas Costumbres de Burzaco, advierte a los censores sobre algunas peligrosas omisiones que su amplitud de criterio ha dejado pasar en su noble tarea por la conservación de nuestra salud espiritual", se trate del mejor pasaje de esta obra (que dio que hablar en su momento), pero me parece muy divertido y a la vez penoso, toda vez que nace a partir de un contexto impresentable, doloroso. El humor es jodido o, en todo caso lo jodido, por serlo, mejor que sea dicho con un poco de humor. El personaje principal es obviamente una casta dama de barrio, aferrada a la “moral y las buenas costumbres” incapaz de percibir la tragedia que la rodea, persistiendo –además- en su obcecada visión de las cosas y en acciones que mucho tienen que ver con la tragedia aludida.

Transcribo, parte de una supuesta carta de esta señora, a quien se le suicidó el marido, sus dos hijos mayores se convirtieron en “taxi boys” y su hija menor prepara cócteles Molotov en el fondo de su casa; que "solo" tres veces tuvo un encuentro sexual en su vida, con su marido naturalmente, para tener los tres hijos que tuvo. Está dicho, el pobre marido terminó pegándose un tiro.
Ella supone que sus dos hijos varones están en trabajos altruistas. El mayor es un “boy”, palabra que a la señora le suena sospechosa pero, al saber que se desempeña en un lugar seguramente patriótico, con nombre de gran gesta, El Maipo, percibe que lo de su hijo es un gran destino. El segundo de sus hijos es un “taxi boy”, aspecto que la inquieta porque andar de chofer de un taxi es peligroso y de muy mal gusto. Se tranquiliza al conocer que no, que su hijo no maneja ningún taxi, sino que forma parte de un grupo de samaritanos jóvenes que, parados en alguna esquina, esperan que los hombres mayores tengan alguna necesidad para asistirlos y acompañarlos. De hecho su hijo finalmente se ha mudado a la casa de uno de estos pobres ancianos para esmerarse en sus cuidados. Finalmente la hija, a la que la señora ha sacado de la escuela a los diez años para que el sistema no la pervierta, parece –según percibe la señora- haber entrado en la industria química, futuro económico de la Patria, instalando en el fondo de su casa un “laboratorio” en el que realiza procesos químicos junto a otros jóvenes científicos (las Molotov) y apenas se pregunta e indaga respecto de la palabra cóctel que, según su entender es algo que se toma o ingiere. La hija sólo le responde que "no joda y no hable."

La misiva está dirigida a los “Señores de la Dignísima Censura, en la Ciudad de Santa María de los Buenos Ayres”, y propone profundizar la acción de tan "ilustrísima" (en realidad perversa) repartición del Estado (que existió y, hoy por hoy, me parece que persiste, ya no repartición formal, sino en formato posmoderno: la censura ejercida desde el poder está pero “no existe”) en una absurda avanzada contra palabras de nuestra lengua que, al entender de tan enajenado personaje van contra la moral de la sociedad, poniéndola en riesgo.
Ella dice, para ser claros, que “Me refiero, concretamente, a las palabras que aún aceptadas por la Real Academia Española, aún incorporadas al lenguaje cotidiano, encierran por su sonido una carga que ni el napalm, ni las bombas H, ni la guerra bacteriológica podrían igualar”. Nada menos. Vamos al listado de esta digna señora.

Pijama: sugiero que se la sustituya por su equivalente “piyama”, puesto que la letra “j” da a las dos primeras sílabas una connotación libidinosa inadmisible.

Tetera: debe suprimirse por su clara alusión a cierta parte de la anatomía femenina, que despierta los bajos instintos de la plebe.

Conchabar: sin comentarios. El pudor me impide analizar esta palabra cuyo sonido es evidentemente licencioso.

Pedúnculo: si bien esta palabreja pertenece al dominio científico de la botánica, une en sus nueve letras dos conceptos pornográficos: no sólo la lamentable ventosidad (que también debería prohibirse) sino hasta el lugar por donde sale.

Culinario: de una manera bochornosa esta palabra se infiltra en los hogares, incluso a través de publicaciones con secciones sobre “Arte Culinario”. Con la palabra “arte” se pretende disimular o disfrazar el sentido erótico de la que le sigue. Pero como comprendo que para un ama de casa las secciones de esas revistas pueden resultar indispensables, sugiero que se les cambie ese asqueroso título por el de “ARTES CISORIAS”, que aunque casi nadie sabe lo que quiere decir suena mucho mejor y no da lugar a corrupciones.

Senil: debe suprimirse esta palabra, también por su referencia a una parte de la anatomía femenina. La gente llegará a la edad provecta pero no a la edad senil, ya bastante feo es volverse viejo como para que –para colmo- llamemos a esa época de nuestra vida con una palabra sucia.

Masculino: casi nadie se da cuenta de la peligrosidad de esta palabra, que comúnmente designa a uno de los dos géneros (prefiero decir géneros antes que sexos) en que se divide la humanidad. Y se la utiliza indiscriminadamente, sin percibir que no sólo es destructiva para la moral sino también falsa. Destructiva para la moral porque el adverbio “más” con que empieza exalta las tres últimas sílabas, en una especie de tácita apología al tafanario, parte del cuerpo que excita a actos “contra natura”. Y falsa porque encierra una enorme mentira. Las mujeres tenemos esa parte mucho más abundante que los hombres, a quienes se debiera llamar menos-culinos. Si se pretende sinceridad, el verdadero sexo mas-culino es el mal llamado femenino. Pero de todos modos lo que importa es que la palabra “masculino” desaparezca para siempre.

Peloponeso: mi proverbial honestidad me obliga a reconocer que para pedir la supresión de esta palabra no tengo razones lingüísticas verdaderas, sino tan sólo mi intuición femenina. Esa intuición hace que Peloponeso me suene como algo muy pero muy feo, algo que no se hace, que debe ser seguro pecado mortal. Como soy lúcida y pienso que esto puede traer tal vez algún problema internacional con Grecia, sugiero que la supresión de la palabra Peloponeso se haga por vía diplomática, como corresponde, respetando así el principio de no intervención que sustentamos los argentinos. Podrá darse como razón que Peloponeso no sólo suena como si fuera algo lúbrico, sino que para colmo es una península, y las penínsulas son símbolos fálicos.

Chotis: aunque esta danza ya no es usual entre la juventud, quizás el hecho de descubrirla insinúe vagos deseos pecaminosos y vuelva a ponerse de moda. Debe prohibírsela definitivamente. A la danza en sí y a la palabra que la designe.

En realidad esto es patético pero, sinceramente, no me digan que no se han reído un rato. Carta Abierta (A Buenos Aires Violento), buen libro. Vale la pena releerlo (o leerlo, si no lo has leído).


(1) Eduardo Gudiño Kieffer. Carta Abierta (A Buenos Aires Violento). EMECÉ Editores S.A., Buenos Aires, 1970.

4/8/09

Cabeza y corazón

Hace ya un rato que doy vueltas a la noria, sin llegar a ninguna conclusión, con esto de "lo popular". Es que no hay una respuesta. No sólo una. Es lo que supongo.
Con esto no se cierra el tema; se trata de un tema abierto, siempre. Se trata de lo que pertenece al pueblo.
Pero hay que saber irse. Lo dicen los sabios, insisten los viejos, a pura experiencia. Y me voy yendo con una bagüala y con Don Ata. Acompañado de Atahualpa, como al empezar.



Lo que entra en la cabeza se va. En el corazón es distinto.

3/8/09

Pasando un mensaje

Hace unos días recibí un mail. Lo leí varias veces. Y más veces dudé en reproducirlo, publicarlo. Se habla de algo que también ocurre y ha ocurrido en mi país pero, en este caso, el caso forma parte de otro sitio, Venezuela. Hay que ser prudente a la hora de hablar de los otros, me parece.
Finalmente opté por retransmitir este mensaje, desesperado por cierto. Espero no haberme equivocado, aunque el arte merece el riesgo.

Estimados amigos:

Me permito molestarles con un mensaje por una buena causa.

El Museo de Bellas Artes de Caracas, creado el 24 de Julio de 1918, cumplirá 92 años este viernes.
Pocos saben que será su cumpleaños, pero pocos saben además que el MBA, como el resto de nuestros museos, enfrenta hoy una situación lamentable y triste: no tiene autonomía, no puede decidir qué exhibir, no tiene personal y por ello muchas de sus salas permanecen cerradas y sus tradicionales talleres vacacionales no serán dictados este año, su sede (dos edificios diseño de Carlos Raúl Villanueva, 1938 y 1976) está muy deteriorada y al gobierno no le interesa su reparación ni su mantenimiento, hay goteras en sus salas y las obras que se exhiben corren riesgos de daños irreparables, sus depositos no han sido fumigados en más de 4 años y las más de 5000 obras que resguardan sufren mucho.

Sé que Uds. son personas sensibles, con la suficiente preparación académica como para comprender la gravedad de la situación ya descrita.

Por ello, como regalo de cumpleaños al mayor de nuestros museos, difundamos esta información por el medio que deseen (FB, Twitter, correos, etc.)

Les doy las gracias en nombre de los trabajadores del MBA, quienes, en silencio, procurar preservar el patrimonio cultural que nos servirá de combustible para recuperar el país.

María Magdalena Ziegler


Caracas merece su Museo de Bellas Artes.

2/8/09

¿Cuánto tiempo más llevará?

Los argentinos sabemos que no sólo subsiste una insólita crisis agropecuaria, sino que realmente estamos en severos problemas económicos derivados de la misma. Ella reconoce en mi opinión un único origen: la supina ignorancia (¿o debo pensar mal y, por lo tanto, hay otras razones más oscuras?) de la gallinácea pareja que nos gobierna, más su séquito de impresentables aduladores y "operadores estilo Chicago", sintetizados en la persona del Sr. Moreno (que no es el único, debe quedar claro).

Bien, me permito como ciudadano argentino, con pleno derecho a la libre expresión, sugerir que se preste atención a lo que Juan Domingo Perón (huelgan los comentarios) decía al respecto hace casi 40 años... Mi madre, ¡40 años! No se puede creer.

1/8/09

Expresiones populares

No tengo los saberes suficientes para definir lo popular. Sin embargo, por alguna razón que no puedo explicar, me siento capaz de identificar intuitivamente -en particular en el ámbito de la música- una expresión popular, especialmente aquellas que sintetizan complejos procesos sociales, historia mediante. Y algo más importante, que no pasa por la capacidad sino la percepción. Disfruto, gozo a más no poder, al escuchar las músicas populares. Por ejemplo esta.



O si volvemos a nuestra Argentina, la que aquí propongo, lamentando que sólo se nos ofrezca un misérrimo minuto de algo que merece mucho más.



A ver, un poquito más. Vale la pena.



Luego, ¿estos ejemplos, que me enamoran, pueden ser relacionados entre sí o no? Mi respuesta, la de un ignorante, es que sí, que tienen mucho que ver, mucho más de lo que pensamos. Y no sólo por ser expresiones genuinamente populares, le guste a quien le guste; o pese a quien le pese.

Tienen que ver porque hay corrientes subterráneas que la mayoría desconocemos y sólo suponemos. Hay ritmos, temas, mensajes y sonidos que en algún momento se encuentran. Y si no les parece así, repitan la escucha y "oigan" el violín (maravilloso instrumento).

Mi homenaje a los músicos, ilustres músicos populares.

PD: Gracias a mi hermana, Dolores, que supo señalarme las raíces de la cultura andalusí que, inconscientemente, uno lleva en la sangre.

De regreso al dilema.

Después de un breve descanso (música y poesía mediantes) y algunas "efusividades políticas" que me he permitido (de vez en cuando hay que "descargar"), vuelvo a este embrollo de lo popular y lo populista.
Soy un ser afortunado, tanto que la Lic. María Soledad (que es mi hija y me muero de gusto con ella y sus hermanas, porque son fantásticas e irremplazables para mí), me acercó algunos artículos más que interesantes -sociológicos ellos- sobre el tema.
Aquí me permito reproducir un segmento del trabajo de Guy Hermet, publicado por la Revista Ciencia Política, editada por la Pontificia Universidad Católica de Chile (para leer el artículo completo ir aquí). Vamos al texto.

"Considerando tanto a sus agentes como a su público, el populismo se define en primera instancia por la temporalidad anti-política de su respuesta presuntamente instantánea frente a problemas o aspiraciones que ninguna acción gubernamental tiene en realidad la facultad de resolver o de colmar de manera súbita. De esta manera, desconoce también la incertidumbre de los resultados que los gobernantes clásicos conocen bien, y que sólo revelan al pueblo cuando ya no pueden esconder esta constante. Su relación con el tiempo político constituye así el núcleo propiamente distintivo del populismo, lo cual no se debe confundir con su otra temporalidad, inscrita por su parte en contextos de crisis de legitimidad de los sistemas representativos favorables a estas manifestaciones. Aunque importante, y aunque esté ligada en general a la confesión de la incertidumbre de los dirigentes normales, esta segunda temporalidad describe las circunstancias del populismo sin dilucidar su esencia.

Repitámoslo. Esta temporalidad inmediata, a la vez anti-política y onírica, que ignora la necesidad de “dar tiempo al tiempo” caracteriza al populismo de manera exclusiva o discriminante. Es el elemento que lo diferencia de la democracia la que, a la inversa, se singulariza menos en cuanto a su pretensión de “representar” la soberanía popular, que por sus procedimientos orientados hacia la deliberación, hacia la confrontación de intereses, en resumen, hacia una gestión de los conflictos escalonada en el tiempo. Paralelamente, la temporalidad populista no se distingue menos del totalitarismo y del autoritarismo, aunque de manera diferente. En efecto, cuando prodigaban su certidumbre de un “futuro radiante” a pueblos liberados de sus divisiones de clase o de raza, los tiranos totalitarios no escondían que se inscribían en una temporalidad aun más larga que la democracia. Y en lo que se refiere a los regímenes autoritarios ordinarios, pretendieron constantemente aislarse de las esperanzas instantáneas de las masas, con el pretexto de garantizar la continuidad de un tiempo, que sea la prolongación del pasado.

Quien considere que esta definición del populismo como procedimiento de abolición de la dimensión cronológica de la razón política carece de consistencia, puede además completarla mediante tres puntos subsidiarios menos abstractos.

Primer punto: tratándose tanto de los emisores, quienes hablan, como de los receptores de su mensaje, el público, el populismo no rechaza exactamente el principio de representación querido por la democracia. Lo simplifica, le da una tonalidad emocional, rechazando las mediaciones complicadas, sin la obligación de que un tribuno providencial exprese la voz del pueblo en esta perspectiva. Este rol además puede corresponder a un movimiento, un partido o régimen de gobierno cuyas cabezas cambian (lo hemos visto claramente en México, durante el periodo muy largo de la “dictadura perfecta” del Partido Revolucionario Institucional). Además, si este estilo de representación reviste una connotación autoritaria poco apreciada en nuestros días, no se reduce a esta dimensión. En todo caso, el autoritarismo populista no recurre a los acentos imperiosos; es suave, casi afectuoso frente a la fracción del pueblo que lo sigue; por añadidura, raramente belicista, aunque se revele a menudo nacionalista o patriótico.

Segundo punto: es de la multiplicidad y de la flexibilidad de sus registros de interpelación al pueblo y de sus actitudes frente al Estado que el populismo saca una ventaja comparativa frente a otros estilos políticos, tanto como el odio que despierta. Los populistas son unos Tricksters, unos tramposos. Como se sabe, pueden reclamarse de tres pueblos distintos o bien de los tres a la vez, según el momento, uno nacional y unificador que trasciende las clases sociales, otro plebeyo y que vomita a “los Gordos”, y el último más o menos étnico. De la misma manera, los populistas pueden pedir el restablecimiento de la autoridad de un Estado fuerte tanto como denunciar el trop d’Etat, tanto vilipendiar a los separatistas como ser separatistas como el Vlaams Blok belga o la Liga italiana del Norte, adherir al liberalismo o rechazarlo, y esto simultáneamente incluso (en el sentido que una formación separatista puede también revelarse al mismo tiempo estatista, por ejemplo).

Tercer y último punto: el compromiso populista asume rasgos paradójicos, algunos negativos y otros curiosamente ejemplares. Por una parte, siendo un fenómeno histórico al igual que las otras corrientes políticas, el populismo no se enmarca como ellos en la continuidad de una tradición de compromiso ideológico o militante en la medida en que sólo se desarrolla de forma episódica o cíclica. El populismo no se transmite de una generación a otra, salvo sin duda en América Latina. Pero por otro lado, este compromiso en general sin tradición descansa en una convicción tanto más significativa entre sus adeptos, cuanto que casi siempre es el objeto de una reprobación marcada por parte del medio circundante. Se requiere coraje para declararse militante del Frente Nacional o de un partido del progreso escandinavo."


Me deja pensando esta afirmación del autor. "El populismo no se transmite de una generación a otra, salvo sin duda en América Latina".

Ya sabes, hermano, "¡Llama ya!".

A los manotazos...

De vez en cuando no viene mal "bajar a tierra" y anoticiarse de lo que nos está pasando a los argentinos, que no es nada grato. Invito a leer este artículo del economista Roberto Cachanosky.

OpiniónDe ladrón estable a ladrón errante

Por Roberto Cachanosky

lanacion.com | Economía | Viernes 31 de julio de 2009

Acerca de la cultura

Ayer, mi amigo Lucas, se refirió a un atinado artículo publicado por Beatriz Sarlo en el diario La Nación, de Buenos Aires, a propósito de lo sucedido en la asunción como nuevo Secretario de Cultura de la Nación del Sr. Coscia. Mi amigo tenía razón, he aquí el artículo.

OpiniónMarcha peronista y zonceras argentinas en la política cultural

Beatriz Sarlo

lanacion.com | Cultura | Jueves 30 de julio de 2009

Dedicado a los sinvergüenzas

Esto pasó hace 21 años, cuando la Sociedad Rural seguía atada al pasado, el de plomo.

Ocurrió en la tradicional "apertura" de la Exposición Rural de Palermo. El Presidente Alfonsín sabía que iba a ser denostado. No le importó: presentó batalla, con aciertos o errores, siempre honestamente, dando la cara. La Democracia es así.

Quisiera saber si los impresentables (y perdedores) que nos gobiernan serán capaces de dar la cara. No lo creo, no la han dado, ellos se ocupan de las "operaciones de prensa". Están para someterse al Sr. Chávez y hacer el ridículo internacional volando en aviones perdiendo el tiempo por la selva, más algún que otro juegueteo de equívocas valijas, fondos expatriados y otros tantos temas que no tiene sentido desarrollar, ya que todos sabemos.

Al parecer el gallito y la clueca son algo cobardes. No me extraña. Es el espíritu gallináceo del avaro. Molière ya lo definió hace años, no hay nada que agregar.



Luego: ¿Tendremos otra vez un/a presidente con honestidad intelectual y las pelotas necesarias o debemos resignarnos a la runfla?

¿Tendremos debates memorables en el Congreso de la Nación (como los hubo) o seguiremos observando lo que nos da vergüenza ver, cuando los "si bwuana" se dejan ver? Porque no los vemos a excepción del momento de las promesas electorales y/o los arreglos especiales para sus amigotes.

Podríamos cambiar, ¿no? Ya va siendo hora de cambiar, me parece. Pero no nos equivoquemos, el cambio empieza por nosotros mismos. Nosotros debemos cambiar, al punto que estos personajes de morondanga, llegado el tiempo, nos den risa. Sólo eso les cabe.