28/9/09

Juegos y palabras (o la mariposita)

Todo comenzó como un juego. Apenas un breve ejercicio que conocí recorriendo y disfrutando el blog de Jeve y Ruma, Palabras como nubes. Así fue como hizo su irrupción en este espacio nuestra mariposa. Como también los comentarios de Jeve y Horacio. Luego, Lucas -"amigo de la zona"- me envió ayer un hermoso correo al respecto que, con su permiso, comparto con ustedes. Vale la pena, según creo. Vamos con los comentarios de Lucas:

Lo que es maravilloso es que una palabra cambie el sentido del texto. Y es extraordinario también el poder de la palabra. Porque ¿qué es al fin y al cabo la palabra? Unos signos que para el 90 % de la humanidad no tienen sentido alguno, impresos sobre un plano, sin belleza ni color, ni armonía. Refieren a un código que inventamos para entendernos lo que las convierte en una simple convención. Y las palabras convención y convencional tienen mala prensa entre los artistas.

Pero vayamos a la frase y al cambio sutilísimo que surge al cambiar una palabra. No. No es sólo una palabra; es todo el sentido de la contemplación. Primero, no es lo mismo "y todo fue perfecto", que da la imagen de una consecuencia -con la partícula "y"- y de algo terminado, al usar el pretérito indefinido. En cambio al decir "todo era perfecto" uno estima que "era", es decir que es algo que está fluyendo, que no está termindo, para ella, para la mariposa; a mí personalmente me gusta más el pretérito imperfecto que me parece más adecuado a la levedad de toda la frase.

Pero más aún cambia todo al aparecer un niño. Un niño, en cualquier frase, texto, libro, documento o enciclopedia, cambia todo. Y el niño también es pequeño, leve, frágil, y sus ideas y sentimientos suelen ser también efímeras. Pero no sólo es además ese niño ni siquiera tiene existencia real. "Cuentan que oyó su lamento", no es seguro, es algo que pudo ser o no ser, pero hace a la esencia del problema. Nada es igual si un niño oye su lamento o si no lo oye. Y no es lo mismo pensar en la inmensidad de la existencia que pensar en lo efímero. De hecho ambos son conceptos extremos aunque en pocos casos como éste uno se tienta de pensar que los extremos se tocan y que cada vez que uno piensa en lo inmenso no puede dejar de pensar en lo efímero. Y esto me lleva, aunque no tenga nada que ver, a pensar en las más famosas "últimas palabras" de nuestros próceres (vaya, mariposita... a dónde nos has llevado!...). Voy a tomar tres casos: Moreno ("Viva la Patria aunque yo perezca"), Belgrano ("Ay, Patria mía") y San Martín ("Es la tormenta que llega al puerto"). En el primer caso, con la revolución aún en pañales, don Mariano evoca lo Sagrado, lo inmenso, lo que abarca todo -la Patria- y lo confronta con lo que es secundario, menor, individual -su vida-; Belgrano, mucho más humilde y algo más sensible que el joven jacobino, también piensa en la Patria pero se limita a sufrir por ella; no se siente tan importante como para poner su muerte como referencia, ni siquiera hace mención a ella sino sólo a los pesares que le esperan a esa construcción a la que había ofrecido su vida y que algunos, vagamente, llamaban "patria". Y San Martín, que murió muchos años después y que fue el único que pudo ver, mal que bien, su empresa terminada, piensa en las dos cosas; en la inmensidad de la vida, representada por la tormenta, y en la sabiduría de la naturaleza que la hizo efímera, porque la muerte es el puerto al que todos llegaremos y en el que descansaremos porque allí no llega el rumor de la tempestad.

O sea que en nuestro caso, (y para no pasar por una de esas mariposas no comprometidas con la historia, que las hay) la mariposita podría haber pensado en cualquiera de las dos cosas. Pero de nuevo el niño cambia todo: si por algún motivo tomó conciencia de que éste había escuchado su lamento, puede pensarse que sintió cierta tristeza al morir y habrá pensado en lo efímero, en lo que se acaba, en una despedida, y las despedidas siempre tienen un dejo de tristeza, como lo tiene la conciencia de lo efímero. Ahora, si el niño no estaba, a la chiquitina le faltaba ese punto de anclaje con la vida que continuaba; sin el niño, la naturaleza eran las plantas, las flores, acaso el canto de los pájaros, y esa vida menuda de las criaturas más leves de la Creación, es la que no se apaga con la muerte. Los poetas juegan mucho con la idea de que nuestro cuerpo vuelve a la tierra para convertirse algún día en árbol o en flor, y en ese caso, nuestra mariposita filósofa sí podría pensar ingenuamente en la inmensidad de la vida a la que volvería. Después de todo ya había fecundado al par y ya había llevado el polen de una a otra flor; ya había creado vida, y, como Amado Nervo, podía decir:

Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
Vida, nada me debes, vida, estamos en paz.

Un abrazo, Lucas


Amigos, esto se está poniendo entretenido. Luego, ¿qué duda cabe? Habrá que seguir dando vueltas al asunto. Se impone y llegará "Un día (o jugando a escribir II.3)". Muchas gracias a todos los que andan por aquí, opinando o en silencio. Esto de comunicarnos está fenómeno.

3 comentarios:

Palabras como nubes dijo...

Guau, qué cartita, eh!

Comparto con vos, Francisco: esto de comunicarse está fenómeno, jajajaa, mirá cuánto está haciendo "tu mariposa"! A propósito de ella y de tu comentario en el 'texto original'me atrevo -de caradura, nomás- a un haiku, o un senyru, o algo así ;) (No ganaré un premio por esto, jajajaja)

Abre sus alas
efímera y vital,
la mariposa.

Me sumo al proyecto "Jugando a escribir". Veré qué se me ocurre con otras cien palabras.

Abrazo!
Jeve

ars dijo...

Jeve:
Ocurre que Lucas no es ningún "manco". El "pibe" no solo tiene buena prosa; además sabe un poco, no sólo de historia (que es lo suyo), sino bastante más. Entre otras cosas es el Rector del Colegio Nacional de Ushuaia, gran lugar. Te diría que casi casi, nuestro segundo hogar.
Me encantó lo del haiku (o como se llamen estos mini poemas); esta noche ceno arroz con salza de soja y algún pescadillo crudón. ¡Ja,ja,ja!

ars dijo...

Perdón, corrijo. Dije SALSA pero los deditos me traicionaron y quedó SALZA. No soporto los errores ortográficos. Han sido años de "dictados" en la escuela... ¿Se imaginan una salZa de soja? Yo no.