28/11/09

Divagando un poco, es sábado.

Urbano VIII fue nombrado pontífice de Roma en condiciones algo azarosas, luego de la muerte de Gregorio XV. El Papa Barberini, nacido en Florencia en el seno de una familia noble, fue enviado a Roma por su madre luego de fallecer su padre, quedando a cargo de su tío Francesco Barberini, alto funcionario de la corte papal. En realidad en el cónclave no había acuerdo entre franceses y españoles; las cosas venían empatadas y no por el Barberini, toda vez que la lucha era otra, hasta que una amenza de peste hizo que los protagonistas "apuraran el trámite" y, decisiones tomadas, pusieran pies en polvorosa. La vida te da sorpresas...

Urbano es un nombre de origen latino, “Urbanus”, algo así como “quien es de la ciudad” o “el que es un ciudadano”. Es decir que, en términos de la cultura de la vieja Roma, un Urbano no era cualquier cosa. Era un ciudadano, nada menos. Y si no lo era, estaba el deseo de sus padres que lo fuera. Recuerden: S.P.Q.R.

Un ciudadano de Roma era algo importante, concepto que –admitámoslo- en estos días está bastante depreciado en nuestros pagos; ser un ciudadano en la Argentina de hoy es algo así como ser el último orejón del tarro, ya que se pretende que seamos borregos funcionales a sistemas decididamente agotados. Y tanto es así que (y pido perdón a quienes visitan este sitio y no habitan nuestras contradictorias tierras) vemos cotidianamente una publicidad de un banco oficial que promueve asumir una conducta borreguil para acceder a créditos supuestamente accesibles y ventajosos (que no lo son) para la gente que necesita tener su vivienda. Es el colmo. Parece ser que a los “creativos” publicitarios (y sus mecenas, los funcionarios de turno) no les basta con que sean millones quienes no tienen un techo, sino que descaradamente transmiten el siguiente mensaje: "sé una oveja obediente; sé un trucho; disimulá, boludo y comenzá a bajarte los lienzos. Yo soy un langa que habla con la papa en la boca y vos un salamín que labura, gilún." Lo patético es que los giles vamos.

Volviendo al amigo Urbano VIII, y digresiones pasionales (posiblemente inconducentes) al margen, podríamos decir que algún honor hizo a su nombre papal. Por lo pronto supo anexar a los territorios papales el condado de Urbino (el de la Venus de Tiziano, nada menos) a partir de la persuasión y sin un solo tiro. Bastó que Francesco María (II) della Rovere se pusiera viejo y le pesaran los pecados que sólo su conciencia habrá sabido, aunque los imaginamos; esos no eran tiempos de medianidades y simulaciones extremas. Cuando se iba a los bifes, ellos eran debidamente degustados.

Tampoco se comportó con demasiada urbanidad, dicho sea de paso. Bien que se ocupó de hacer de las suyas, jugando en un tablero de ajedrez entre los dos poderes católicos de aquel entonces: Francia y España (Portugal agradecido, logró su autonomía). Yo diría, sin ser un conocedor de la historia, que el papa Barberini era un jodido; y encima nepotista. Parecido a varios y curiosos (¿curiosos; qué esperábamos?) líderes de nuestro tiempo que no necesito nombrar, toda vez que los conocemos, sabemos de ellos, aunque no terminamos de decidirnos de una buena vez por todas a asumir nuestra responsabilidad ciudadana y -sobre todo actuar- estableciendo el límite, diciendo "¡basta ya! No te voto y espero que te juzguen por tus pecados, que ya no se lavan con una donación de territorios."

Sin embargo, cosas del poder, el tipo no solo ha quedado en la historia por su reinado pontificio, en todo caso un aspecto historiográfico. Creo que la historia lo galvanizó porque –en su orgullo- pretendió hacer “algo” con Roma. Y, para su suerte y la de ellos mismos, allí estaban nada menos que Carlo Maderno, Borromini y el gran Gian Lorenzo Bernini. Hubo más, pero con estos tres alcanza y sobra.

¿Hace falta refritar la obra de Bernini? ¿Es necesario recordar que Maderno le encontró “la vuelta” al mastodonte de San Pedro y resolvió su fachada final? ¿Podemos dejar pasar las magistrales ilusiones ópticas y el manejo de las curvas de Borromini?


Como era de esperar, Urbano avanzó en la construcción un palacio urbano, nada menos que el Palazzo Barberini. Lo inicia Maderno, Bernini pone su impronta y el moño está a cargo de Borromini, en particular con su escalinata elíptica. Una belleza y un alarde geométrico, al punto de igualar (o superar quizás) las dobles escaleras pensadas por Leonardo, hechas en Fontainebleau siguiendo los deseos de Francisco I, impetuoso rey de Francia.


Estamos en el Barroco Italiano, diría que específicamente el de Roma. Todo empezó a moverse. Curvas, agua y fontanas por todas partes, piazzas, más curvas y una expresiva carnalidad que colma, abruma. Puro dramatismo escénico, excelsa ficción.

Volviendo al palacio, me animo a decir que es –todavía- bastante palladiano (años más tarde las efusividades arquitectónicas explotaron, especialmente las del propio Bernini) como se observa particularmente en la ordenada fachada del edificio, que muestra una tendencia clasicista en vías de mayores libertades. A mi me gusta y mucho, la obra se encuentra en un punto intermedio entre el orden estricto de los maestros del Renacimiento y la voluptuosidad de posteriores exageraciones barrocas y su sucedáneo, el Rococó. Es como el asado: “vuelta y vuelta, cocido, nunca seco o pasado”. Sólo faltaría un buen vino. Y él estuvo.


Pietro da Cortona supo despacharse con un genial fresco, aludiendo a la Divina Providencia, una fuga hacia “el cielo” sólo superada, en mi humilde opinión, por la magistral obra de Andrea Pozzo en la iglesia de San Ignacio.


En fin, no se como llegué aquí. Digamos que es un sábado a la tarde, estoy de sobremesa y las condiciones ambientales dan para el divague. Ergo, divago. Puras asociaciones ilícitas. Sólo eso.

1 comentario:

Palabras como nubes dijo...

Poco puedo aportar de lo que no sé, digamos nada, mejor, pero sí puedo decirtte que me gustó mucho tu descripción del barroco italiano y que las tres últimas fotos me dieron vértigo!!! Esa escalera que parece un hueco dantesco, ayyy, me marea hasta mirar la foto, jajajajaa. Respecto de las otras dos, tanto rococó -ya no son tan barrocas, verdad?- también marea.
Abrazo
Jeve

PD: recién, por casualidad vi una foto de una basílica en Baviera. También, mucha cosita enroscadita, mucho pipícucú. Soy un animal para esto, lo sé, lo sé....