8/12/09

El Puente

Hace unos cuantos años, bastantes, tenía el berretín de cierta militancia política. En ese contexto y en mi condición de supuesto “creativo” (que no lo soy, pero en el país de los ciegos…), tuve la responsabilidad –entre otras- de diseñar y literalmente hacer casi artesanalmente la campaña publicitaria de los candidatos de la fuerza política a la que adhería incondicionalmente. Era joven y muy crédulo. Además no había en ese entonces y en estos lares agencias de publicidad ni tanto lío mediático. Todo era algo más rústico, casi de entrecasa.

Nuestro candidato a Diputado de la Nación era un tipo inexpresivo, bastante inútil diría, para no abundar en detalles que no vienen al caso. ¿Qué hago?, me preguntaba, mientras buscaba algún costado presentable del impresentable. No había caso: el tipo no merituaba para ser Diputado de la Nación, nada menos. Yo lo sabía y me molestaba (mucho) la situación, pero resultaba que en medio de la inveterada “lista sábana” se jugaban destinos importantes y allí estaban muchas personas que no eran impresentables sino todo lo contrario. Es más, estaba –todavía- en juego el sistema democrático, era necesario consolidalo, a pesar de este ingnoto y poco feliz personaje. ¿Error, acierto? No sé. Era otro tiempo. Hoy hubiera hecho otra cosa. Pero hoy, veintitantos años después, cuando con todas sus carencias la Democracia no es discutida en la Argentina.

Volviendo al dilema personal de años atrás, encontré la respuesta en el arte. Sí, esta historia mínima se resolvió gracias al arte y los artistas. Recordé a los muchachos que en la Alemania de las primeras décadas del siglo XX se despacharon con Die Brücke, es decir El Puente. Asocié: expresionismo, somos una alejada isla que necesita expresarse; necesitamos un puente, un puente al país; se supone que un representante en el parlamento lo es. Conclusión: fulano, “un puente al país”. Y resultó. El triste candidato fue elegido. Otra que puente. Hubo un océano entre nostros y la Nación.

Flor de pecado el mío. No se lo recomiendo a nadie. En lo personal, muy poco después, comprendí que estaba en un sitio equivocado. Me fui a casa y ya no volví. Suficiente para mí.

El líder del grupo de artistas expresionistas surgido en Dresde (cuya existencia y obra me "inspiraron"), luego eyectado a Munich, la ciudad que competía de igual a igual con París en esto de las vanguardias del siglo XX, y más tarde a Berlín, se llamó Ernst Ludwing Kirchner (1880-1938). Aclaremos que este hombre nada tiene que ver con el K del presente argentino, para bien del arte, digo.

Kirchner, el artista, nació en Aschaffenburg, en la región de Franconia. En 1901 inició sus estudios de arquitectura (¡caramba! un arquitecto haciendo de las suyas, vaya sorpresa), en la Escuela Técnica Superior de Dresden. En 1907 y luego en 1911 pintó a su amante, Doris Grosse. El último retrato de Doris, fue una suerte de carta de despedida. Se alejó de ella y mudó a Berlín, donde terminó casándose con Erna Schilling, con la que ya hacía un tiempo tenía sus entreveros amorosos. Ahora bien, el cuadro se lo hizo a la amante abandonada. Es para el diván ¿no les parece?

Esta es la pintura en cuestión. Ve por vos mismo. Hoy forma parte de la colección del Museo Ludwing, de Colonia, en Alemania. Cómo fue a parar allí (porque Dresde y Berlín bien poco tienen ver con Colonia) no tengo idea. El arte, como la política, a veces es un simple negocio.

No puedo terminar este relato sin comentar o reflotar algunos de los conceptos más importantes que supieron sostener los muchachos del puente, que no fueron artistas que tuviesen una formación demasiado académica. Lo de ellos, a lo Valkiria, era pura expresión y, sobre todo, actitud revolucionaria, ansia de cambio a como fuera. Me identifico con ellos. Estos tipos supieron hacer lo que había que hacer: buscar un nuevo camino toda vez que lo preexistente, por excelso que fuera, había pasado y no los representaba.

Por lo pronto el citado Kirchner más Bleye, Heckel y Schmidt-Rotluff (todos estudiantes arquitectura… insisto, los arquitectos somos tipos peligrosos), con la suma de Nolde y Pechstein un par de años después, rompieron con el Impresionismo (para mí un final, la expresión del agotamiento del largo proceso iniciado en el Renacimiento, en vez de un principio), emplearon un vocabulario estético muy simplificado, con pocas formas, reducidas a los esencial, cuerpos deformados y espacios reducidos, disueltos, sin perspectiva alguna.

Usaron un colorido apasionado que se condecía con la decisión de conceder al color una nueva relevancia emocional y composicional bajo aspectos estéticos únicamente internos, creando sus obras exclusivamente a base de colores, como supieron hacer los Fauvistas de París. Los muchachos intentaron recuperar el sentimiento, revalorizar la visión subjetiva del artista, intérprete y no copista de la realidad objetiva.

Alguien dijo que lo que hicieron estos hombres era Art Brut, es decir el arte de niños, dementes o salvajes. No sé si serían salvajes, porque niños o dementes no eran. A mi me parecen, insisto, revolucionarios, sentimentalmente alemanes hasta la médula, diría que Nietzscheanos, por más que los nazis los declararon como los artífices del “arte degenerado”, junto a los demás protagonistas de las vanguardias de principio de siglo, apoyándose -curiosamente- en este filósofo que aparece por todas partes en el siglo XX y aún ahora, a partir de las forzadas interpretaciones y especulaciones del Sr. Heidegger, extrañamente rescatado por la izquierda “Nac & Pop”.

2 comentarios:

Palabras como nubes dijo...

Me gusta este posteo, está bien salpicadito: por un lado, algo de autobiografía, después, la clase de arte que nunca falta -por suerte!!- y por último, el cuadro. No puedo asegurar que me guste demasiado, pero mal no está, dice mucho, la mirada de ella, la boca, los pechos descubiertos... Sí, dice mucho. En cuanto a él, jajajja, todo un "artista", no cualquiera deja semejante carta de despedida. Supongo que ella, despechada, lo habrá vendido, después de la muerte de él, por supuesto, porque valdría más ;)

Abrazo
Jeve.

ars dijo...

Amiga:

Me gusta que te guste ya que tu opinión es valiosa. Debo decirte que este espacio nació con una intención y, como suele suceder, ha derivado en otra cosa. Simplemente me expreso. Sólo eso. No hay más.
Yendo al amigo K (el pintor) me animo a decir que era un "gavilán". El muy "jueputa" tenía a su amante (la retratada) y ya andaba en compenendas con la que fue su mujer. ¿Te suena?
Así somos los humanos: miserables y admirables. Contradicción interesante.
Leugo: estos tipos no pintaban nada bien, eso está claro. Lo importante es que armaron un flor de quilombo, CAMBIARON. Y esto no es menor. Fijate vos las fechas. este tipo de pintura que hoy no sorprende a nadie, se hizo en los primeros 15 o 20 años del siglo XX. Unos jugados.