30/1/10

Dos (historia por entregas) 1.1

-¿Y con Las Goletas qué va a pasar? –Preguntó Roberto- No me digas que se demuele.
- Y sí. Carletti le compró el inmueble a la familia Beban y piensa poner una agencia de Lada –contesté- Estoy trabajando en el proyecto.
El arquitecto Roberto Rimoldi, ex compañero de trabajo hacia fines de los ’70 y parte de los ’80, luego un amigo -que lamentablemente ya no está con nosotros- había sido designado Secretario de Obras Públicas por el entonces muy joven Intendente, Mario Daniele. Si la memoria no me falla, Roberto, otros amigos y quien escribe, tomábamos un café en La Galería del Jardín, como otros tantos días, enfrascados en la resolución del mundo.

-¡Qué cagada!
-Sí, es una flor de cagada, pero te aseguro que al Sr. Carletti no le interesa Las Goletas. El va a poner una agencia de Lada, ya te dije.

Por ese entonces no tenía demasiada idea de lo que implica la preservación del patrimonio arquitectónico. Sin embargo no se me escapaba que iba a desaparecer un edificio que, si bien se encontraba en estado casi ruinoso, seguía siendo un ícono de Ushuaia.

Recordé un trabajo de investigación en el que tuve el privilegio de participar en tiempos universitarios, relacionado con lo que podríamos definir como “Arquitectura de Ultramar” desarrollada hacia mediados del siglo XIX por varias naciones europeas, en especial el Reino Unido (aunque no fueron los únicos, ya verán). Arquitectura que impactó en nuestro país hacia fines de ese siglo y principios del XX, ferrocarriles, puertos y lejanas explotaciones agropecuarias mediante. Soy nacido en Quilmes y conozco muy bien lo que eran las estaciones del tren. Y aclaro, aunque me vaya un poco de tema, he conjugado deliberadamente en pasado al verbo “ser”. Quienes conocen el Gran Buenos Aires saben muy bien a qué me refiero.

Años después pude refrescar aquella experiencia recorriendo la ciudad de Punta Arenas, conociendo sitios como Gaiman o Trevelin, El Calafate, Río Gallegos y alguna que otra estancia de la Provincia de Santa Cruz; la propia Tierra del Fuego, en especial las estancias del norte de la isla. Y Ushuaia misma, lugar que conocí en 1970 y en el terminé radicándome ocho años después. No olvidaba (ni olvido) las historias, referencias y tantas cosas más que generosamente Don Vicente (Vicente Canga, mi primer jefe en Ushuaia) supo compartir con, en ese entonces, un audaz jovencito venido del norte. Lamentablemente hoy tampoco está Vicente, todo un caballero.

Pero, repito, lo de la preservación en sí misma y sobre todo sus fundamentos, técnicas y estrategias, eran para mí algo muy poco conocido. Para ser sinceros, diría que desconocido.

Roberto, en sus tiempos de Director de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas del entonces Territorio Nacional, había sido designado como representante o referente en Tierra del Fuego de la Comisión Nacional de Museos y Monumentos y Lugares Históricos. Amén de ello participó activamente en la recuperación y adaptación de la Antigua Casa de Gobierno en 1983, obra pública encomendada por el entonces gobernador, el último militar que tuvo a su cargo el gobierno de la isla, el Capitán de Navío retirado Suarez del Cerro a su amigo y colaborador, el Capitán Escobar, para nosotros (jóvenes profesionales del Ministerio y el Instituto de Vivienda) El Loco Escobar. Allí funcionó a partir de diciembre de ese año la novel Legislatura Territorial, institución nacida con el regreso a la Democracia. A Roberto el tema le interesaba.

¿Cómo no iba a sentir mi amigo la pérdida del edificio que todos conocíamos por entonces como El Hotel Las Goletas?
¿Cómo no me iba a hacer ruido en la cabeza esta circunstancia si yo había conocido al “novedoso hotel” junto a la Arq. Norma Villarruel (Normita, para los amigos y al decir de Don Vicente), en una “inspección” que debía realizar en su carácter de Jefa del Departamento de Obras Particulares del municipio, allá por 1978?

Algo había que hacer. Y vaya que se hizo. Esta historia continuará…

3 comentarios:

Mastrocuervo dijo...

Muy interesante Frank, espero ansioso la próxima entrega. Como te dije alguna vez, vos estás escribiendo un libro (o quizá, más de uno) en este blog.

Roberto fue un muy buen profesional y una excelente persona. Siempre lo recuerdo con afecto, se nos fue demasiado joven...

Palabras como nubes dijo...

Buen incicio, espero el siguiente capítulo.

Abrazo
Jeve.

ars dijo...

Bueno.