29/1/10

Oink, oink... Quiriquí y dale que va

Los argentinos somos gente con suerte. Dios es argentino, tanto que nos hemos apropiado de su mano, encarnada en un ser de baja estatura que recomienda seguir mamando.
Tan piolas hemos resultado que hasta nos damos el gusto de tener una presidente exitosa, según rezan las estadísticas del INDEC e informa la Televisión Pública. Y tan exitosa es la siempre joven señora que, superados todos los problemas de los que habitamos estas tierras (gracias a las bondades del proyecto Nac&Pop implementado por ilustres señores y señoras que, por decencia y humildad, han pedido el anonimato), ahora vamos por más... hablamos de cerdos.
Sí, amigos, ser un cerdo -según confesó nuestra Presidente- es erótico. ¿Erótico o sexual? Convengamos que no es lo mismo. El erotismo implica inteligencia, lo sexual puede pasar por el Viagra o por un chancho a la parrilla. También por la juventud que, está a la vista, ya no es atributo de los dueños del poder. El erotismo puede alcanzar lo sublime, quizás la belleza. Lo sexual es otra cosa. El poder es prosaico, dificilmente bello y mucho menos erótico. Al menos por estos lares.
Pero esto no es nada. Parece ser que los pollos, al ser consumidos, nos permiten la salud total, aquella que no le está dada a quienes siguen comiendo tierra o viven de la caridad del que se acerque. "Si uno está delgado y, además, hace actividad física, entonces siente que tal vez pueda volar con sus sueños, como los pollos". Está dicho, lo dijo "la Señora". Debemos seguir el vuelo de los pollos. Las águilas son patrimonio de los demonios que se empecinan en señalar la libertad.

1 comentario:

Mastrocuervo dijo...

La Señora recomienda sustituir el Viagra por un cuerito crocante de cerdo, confundiendo erotismo con virilidad, porque su esquema mental está habituado a la impronta pornográfica con que ejerce el poder.

Pero no hay nada que discutir, ni siquiera que los pollos vuelen. Ella conoce todas las respuestas, y admite sólo un límite (por ahora): como no es genia, no puede hacer desaparecer a los que osan rebatirla. Podemos estar tranquilos.