23/2/10

La Sala Intima (II)

¿Para qué el brasero? Carlota –pensó- era tozuda. Tanto como para morir intoxicada por su irreflexiva insistencia.
En la sala ahora abandonada transcurrió su vida, especialmente en invierno, época de fríos y negocios. La sala íntima, lugar donde soñó la fortuna.
Ella supo vivir y conocer la felicidad. Asunto difícil por cierto. Aunque menos para una mujer tan bella, supuso. Supuesto erróneo. Los hechos poseriores mostraron otra cara. Como la luna y su lado oscuro. O la de su madre, la hermana de Carlota. Levantó las solapas del abrigo y se internó en la noche austral.
¡Ay! Aquellos ojos verdes…

2 comentarios:

Mara Martín dijo...

viene de aquellos ojos verdes.. sala intima III. aquellos ojos verdes que tanto se irritaban con el humo, pero ella persistía, no sólo en prender el fuego, sino en mirarlo, en acercarse, en estarse como metida adentro mientras pergueñaba las múltiples escaramuzas con las que finalmente acumularía tanto dinero.Alguna asociación haría entre el fuego y la fortuna, porque ya pasados los primerísimos tiempos, los de penurias, bien pudo conseguirse una estufa y tirar el brasero a la mierda.
Después de que murió fue muy fácil para todos hablar acerca del brasero, de cómo hizo o no hizo o cómo hicimos, pero mientras estuvo, allí, en su cuarto, mientras cada vez que entrábamos en los crudos inviernos, nos encontrábamos con la magia del fuego, nadie le dijo nada seriamente. Nadie la convenció, ni lo intentó, al contrario, nos acurrucábamos en ese fuego, y esperábamos.

ars dijo...

No hace falta escribir un tramo más de esta historia aquí. Basta con enviarla por mail o, en todo caso, publicarla en el sitio propio avisando. Yo pongo el link y así quien desee conocer esta multihistoria se andará paseando por ahí... Gracias María.