17/7/10

Dos (una historia por entregas) 2.4.

De nuevo por casa, con la Casa. Como ven, la saga continúa, soy un resistente. En este caso con un poco de aporte tecnológico, compartiendo imágenes tomadas durante parte del proceso constructivo iniciado una vez que se obtuvieron los primeros fondos para ejecutar la obra y fueron completados los trámites administrativos del caso. El vídeo que compartimos es mudo. No hay música ni palabras. La música, en este caso, se la dejo a la imaginación de cada uno. Las palabras –pretendidamente explicativas, seguramente insuficientes, o redundantes, vaya uno a saber- las aportaré yo.


-Francisco, ¿querés exponer en el encuentro del ICOMOS? (1)
-Vos sabés que soy curioso y cada dos por tres me meto en líos de todo tipo, Héctor. Pero estos tipos saben de lo que hablan, que no es mi caso. No quiero pasar papelones. Una cosa es lo que estudiamos en la facultad y muy otra es pasar por un especialista del Restauro.
-Dejate de embromar. Lo de Las Goletas hay que mostrarlo. Ninguno de nosotros averiguó lo que vos averiguaste.
-Héctor, no jodas, no es para tanto. Además no estoy solo en esto.
-Te hablo en serio. Conversé con los organizadores del encuentro y les pareció buena idea. Estás haciendo la obra, ¿o no?
-Y sí, la estamos haciendo, pero…
-¿Qué?
-No sé… se nos van a cagar de risa…
-Yo te meto en el programa. Vos preparate.
-Yo estoy preparado. Ese no es el punto. Héctor, estos ñatos se desayunan con nostros.
-Te meto en el programa.
-No.
-Sí.
-Vamos a pasar papelones, Héctor.
-No creo.



Palabra más, palabra menos, este diálogo ocurría en las oficinas de la Dirección Provincial de Estudios y Proyectos del viejo Ministerio de Obras Públicas, en ese entonces a cargo del Arq. Héctor Domínguez. En rigor de verdad la reunión se produjo para explorar la posibilidad de realizar una intervención en el edificio del Museo del Fin del Mundo (edificio de la antigua sucursal en Ushuaia del Banco de la Nación, convertido en museo en 1979, luego de la donación del inmueble al entonces Territorio Nacional, por parte de la entidad bancaria un año antes), con el objeto realizar necesarias tareas de mantenimiento y sobre todo, recuperar el frente y otros sectores exteriores que se encontraban muy deteriorados, en especial la gran vidriera de la fachada. La intervención pudo realizarse tiempo después, aunque esta es otra historia. (2) Debo agregar que Héctor, por su cargo en la Administración, había sucedido como delegado de la Comisión Nacional de Museos a Roberto Rimoldi, su antecesor.

Mi colega y amigo terminó convenciéndome. Lo cierto es que el 1 de junio de 1994 comencé la exposición más o menos de este modo:

-Ustedes, espero, sabrán perdonarme…

Entre otros, estaban allí los delegados de las regiones Noroeste (imaginen, Salta, Jujuy…), del Noreste (¿les suenan las Misiones Jesuíticas?), Córdoba (nada menos), el Arq. Carlos Moreno… Y yo ahí, muerto de miedo, como cuando rendí el final oral de Historia III con la Arq. Scarone, adjunta a la cátedra de su esposo, el Arq. Jorge Gazaneo, sobre todo si te tomaba la mismísima gorda en persona. Aclaro, miedo escénico sí, pero no desarmado. Cuando te jugás, jugás a todo; si no, no juegues. Allí estaban las fotos, los planos y los vídeos. Todo un arsenal gráfico, por las dudas. Parte de este material son las imágenes que aquí se comparten. (3)


Si repasamos estas imágenes, podemos observar, en primer término, las características del terreno en donde finalmente se emplazó la obra, llamado “Paseo de las Rosas”. Este nombre surge de una iniciativa que habían tenido varias señoras de Ushuaia, consistente en plantar en las inmediaciones un rosedal que no prosperó, fundamentalmente por falta de atención y mantenimiento. Lo cierto es que el lugar estaba muy cercano a la costa y allí no había paseo alguno. Hoy, esta parte de la ciudad ha cambiado sustancialmente. El primer cambio fue, justamente, el paseo que se configuró en torno a la Casa Beban. Años después, se construyó la doble mano de la Av. Maipú y chau costa. Quienes han seguido (o siguen) esta saga, habrán podido observar por ahí un plano general de implantación que nunca se llegó a concretar, como suele ocurrir muchas veces. Cada vez que cambian los gobiernos (en este caso el municipal) se empieza de nuevo y lo hecho por el anterior, se deja de lado. Aquella propuesta contemplaba a las rosas. La actual es asfaltada.

Se puede observar también una secuencia en la que hay un operario haciendo equilibrio sobre unos pilares de madera. Esta corresponde a otra obra (nótese que hay dos carteles de obra, ambos de igual tamaño e importancia, uno por la Casa Beban y el otro por una obra menor, supuestamente complementaria) que apenas iniciada la que nos ocupa, aparece como por arte de magia, exactamente delante de la fachada de la nuestra, tapándola o, en todo caso, obstruyendo la imagen paradigmática y, de paso, complicando a los turistas que para sacarse el obstáculo de encima y capturar en una foto limpia la casa escandinava tuvieron que emular durante varios años al hombre de goma.

Se trató de una glorieta, bonita por cierto, aunque no tiene la más mínima relación con la arquitectura austral, sino más bien con revistas de arquitectura en madera editadas en los Estados Unidos o, por ahí, la copia de alguna foto tomada en algún lugar de Alemania, durante un período vacacional. (4) Por suerte, unos cuantos años después, alguien cayó en la cuenta del error y esta glorieta se reubicó más atrás, integrándose al paseo, de modo tal que tuviese como telón de fondo el Canal Beagle (y no la Av. Maipú, calle de alto tránsito), posición mucho más acertada si consideramos que la función de esta glorieta no es puramente ornamental. Allí, en los meses de primavera y verano, se realizan presentaciones de grupos musicales juveniles. ¿Alguien puede pensar un escenario donde se ejecute música al aire libre con un telón de fondo consistente en una avenida de alto tránsito, en vez de recostarse sobre el paisaje del canal y el silencio que el mismo prodiga? Respuesta: no. Sin embargo hubo quien lo hizo. Yo no fui.

Luego, se pueden ver claramente las características generales de la estructura de los tabiques de madera. Todavía hoy son utilizados en muchas construcciones de la Patagonia Austral, tanto en la Argentina como en la República de Chile, aunque la madera ha perdido cierto terreno frente a otros materiales más actuales, a excepción del caso de las construcciones precarias, pobreza –creciente- mediante.

En nuestro caso debemos acotar que las escuadrías de la tirantería utilizada son mucho más robustas que las habitualmente utilizadas (las mismas que se utilizaron originalmente, concretamente 4” x 4” y 3” x 4") y, además, los tabiques fueron rediseñados en función de las exigencias del imprescindible cálculo estructural antisísmico que las normas imponen. Luego, al refuncionalizar parte de la casa, hubo tabiques en los que se practicaron importantes vanos para dar continuidad a los distintos sectores de las salas de exposición, por lo que debieron incluirse vigas reticuladas, apoyadas en pilares o columnas compuestas. Nótese también que la totalidad de los tabiques está construida con maderas nuevas y de la zona. En cambio, la estructura de la cubierta se rehízo con los tirantes originales (también de la zona, pero con unos cuantos años encima; la madera es un material muy noble), agregando algunos refuerzos en los sitios que anteriores intervenciones los habían retirado o dañado. Acoto, no recuerdo si ya se ha dicho, que los materiales de “obra gruesa” no eran transportados desde Europa, sino tomados de la zona. Nosotros hicimos lo mismo que Don Fortunato.

Volviendo al techo, o mejor dicho y en términos más amplios a los revestimientos de chapa de cubierta y tabiques exteriores, se observa con claridad que la mayor parte de la cubierta se reconstruyó con las chapas de cien años atrás. En el caso de los tabiques esto resultaba imposible, no solo por el deterioro, sino porque la mayor parte de estas chapas ya no estaban en su sitio, toda vez que fueron retiradas antes. Si se repasan las imágenes que registran el estado en el que se encontraba la casa antes de ser desarmada se verá, por ejemplo, que la fachada había sido revestida con tablas de madera machi hembrada y que las chapas de laterales y fondo o estaban muy deterioradas, o ya no estaban en su sitio.

Puede ser que a algún colega le interese saber el criterio adoptado para las fundaciones (los cimientos para todo el mundo) que como era obvio, no podían volver a ser simples “zoquetes” (pilares de madera hincados en el suelo) ya que ellos se pudrirían con el tiempo, tal como ocurrió con los originales. Pero además el terreno (repito, muy cercano a la costa) no tenía muy buena capacidad portante, me animo a decir que casi ninguna. El problema residía en que era necesario recrear la sensación de un piso de madera, separado del suelo, apoyado en vigas de mismo material que descargan en los zoquetes (que ofician de pequeñas columnas), con una cámara de aire inferior que resguarda de las bajas temperaturas. Y no solo esto, sino algo más importante: el piso, al ser caminado, suena a hueco. La solución la aportó Bruno βerga, un alemanote venido a la Argentina cuando joven, gran calculista, fanático de las normas DIN y mejor amigo. (5) Lo que ven ustedes en este vídeo no es otra cosa que una platea invertida apoyada en un relleno compactado de suelo seleccionado, con vigas de refuerzo en las que no sólo apoyan los tabiques (todos ellos portantes) sino también el envigado de madera sobre el cual se apoya el piso que, como se podrán imaginar, suena a hueco. Hay cámara de aire y separación entre el nivel de la vereda perimetral y el tabique de madera propiamente dicho a los efectos de separarlo de la acción del agua y/o la acumulación de nieve.

Voy terminando este post, que se ha puesto extenso, señalando dos detalles: el primero, menor, es el de la cañería de gas que se observa por ahí. Los caños delatan la fecha en que estas imágenes han sido tomadas, ya que aún no se conocían en la Argentina los que son ahora de uso corriente, esto es los que llevan un revestimiento epoxi, característico por su color amarillo. También los de Hidro-Bronz para el agua y la calefacción central, hoy superados por los tubos de polipropileno copolímero random (y olé). El segundo, más importante, es la imagen de dos trabajadores dando vueltas por los costados de la construcción. Se trata de Don Vega y su primo, eximios carpinteros de obra de nacionalidad chilena, radicados hace añares en Ushuaia. Si querés hacer una obra de madera bien hecha, llamate a un buen par de carpinteros chilenos. Ellos saben muy bien de que se trata.

Me olvidaba de un detalle. Cuando concluyó la exposición, aquel 1 de junio de 1994, el Arq. Carlos Moreno se acercó, me saludó efusivamente y me dijo: “No se te ocurra bajar los brazos, pibe. (6) Estás haciendo lo correcto y lo hacés muy bien. No aflojés.” Confieso que en ese instante pensé en los frescos de Miguel Ángel en el techo de la capilla Sixtina, mientras un coro de ángeles cantaba el Himno a la Alegría, de la 9na. de Beethoven. También confieso que, a partir de las palabras del maestro, me animaba a todo. Y estoy dispuesto a redoblar la apuesta. Ahora, mis amigas y amigos, me voy a escuchar a Ludwig.


(1) ICOMOS (Consejo Internacional de Monumentos y Sitios)
(2) En verdad esta experiencia, la del museo, tiene unas cuantas aristas interesantes, algunas muy graciosas o curiosas, como el ascensor que actualmente se encuentra en el acceso al edificio. Un día de estos por ahí la cuento.
(3) Además no estaba solo. Allí estaba también Bocha Martínez, quien compartió conmigo casi todo este camino. Lo interesante del caso y que muestra hasta qué punto puede llegar la osadía, en tanto jóvenes, es que Bocha no es arquitecto, ni siquiera técnico, ya que tuvo otra formación. Eso sí, el tipo no es ningún boludo y además fueguino, tenía su “chapa”. Cuando recuerdo las explicaciones del Bocha a los ilustres y eméritos colegas no puedo dejar de sonreír con cierta añoranza y pensar en muchos buenos momentos, ciertamente divertidos, a veces hilarantes.
(4) Es necesario manifestar que hubo un período bastante prolongado, todavía nos encontramos saliendo del mismo, en el que algunos colegas procedieron a "inventar" una arquitectura "fueguina" que jamás existió en términos históricos. Inventar o promover cierto esquema estético (aunque manierista y poco funcional en muchos casos) no tiene nada de malo. El punto con el que no puedo concordar es la creación de una falacia, esto es una arquitectura que "antes" nunca existió, mientras que se ignoraron los fundamentos de aquella arquitectura que sí existió y simplemente, salvo escepciones, fue lisa y llanamente demolida.
(5) Bruno falleció hace ya unos años. Desde aquí mi recuerdo a un muy buen tipo y un mejor profesional. Siempre recuerdo que, en este caso, Bruno me decía: “Frangcisco, acá lo que tenemos que hacer es un bargco. Es lo mismo, como un bargco… la casa flota, bogludo.” Acto seguido, se tomaba una cerveza.
(6) Aclaro que yo ya no era ningún pibe. Pero tratándose del maestro Moreno, se acepta. También aclaro que el vídeo que aquí se muestra fue realizado por la gente de Gama Producciones.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Que atrapante esta historia.
Muy bueno!!!
Un beso

ars dijo...

Muchas gracias por el generoso comentario. Saludos.

Palabras como nubes dijo...

"Confieso que en ese instante pensé en los frescos de Miguel Ángel en el techo de la capilla Sixtina, mientras un coro de ángeles cantaba el Himno a la Alegría, de la 9na. de Beethoven." Jajajaa, la parte lírica del posteo, me gustó.

Los que seguimos esta historia siempre encontramos recovecos interesantes, creo que cuando vaya a ver la casa -ojalá sea pronto- no me asombraré si la siento como "mía". Y quién te dice que me parezca también un bagco :)

Abrazo
Jeve.

ars dijo...

No imagines. A veces, cuando imaginamos demasiado, la realidad nos resulta insuficiente. Mejor es, creo, dejarse estar, permitir la sorpresa. Gracias por tus amables comentarios.