5/8/10

Jugando un poco (juego de palabras)

¿Es lo mismo un vocablo que una palabra? Según el diccionario parece ser así. Pero, ¿es lo mismo? Creo que no, por una elemental y trascendente razón: un sonido o conjunto de sonidos articulados que expresan una idea y la representación gráfica de estos sonidos pueden resultarnos agradables, bellos, amigables. O extraños, molestos, agresivos. Será la concepción estética de cada uno quien asigne el adjetivo.

Cuando pienso en la palabra y pronuncio tal palabra, disfruto. Y no solo eso, intuyo esperanzadoras posibilidades creativas, intercambios de todo tipo, aventuras. Si se me ocurriera apelar al vocablo es posible que sintiera la enojosa sensación de estar envasado al vacío. Da miedo. Envasado, vacío. Nada bueno puede ocurrir con vocablos tan peligrosos.

Uno es un esdrújulo, ya lo he dicho alguna vez, amo los acentos. Y a las palabras. Porque ser esdrújulo (Ver) implica asumir el deber ciudadano de definir la ideología sintáctica que abrazamos sin disimulos o medias tintas, nuestra estética del lenguaje. ¿Se le puede ocurrir, acaso, a un ser bien nacido "dar su vocablo" a la hora de asumir un compromiso o promesa? No lo creo. Lo que se da, amigos, es la palabra. Dar, sideral verbo por cierto, toda una palabra.

Asunto complejo esto de la lengua, vocablo que no me convence, toda vez que uno se ha quedado anclado en la palabra idioma. Pero no hay que exagerar, tampoco nos vamos a poner en contra de la corriente. Dejemos pues a la lengua en paz, aunque no puedo evitar una de mis asociaciones ilícitas cada vez que se utiliza este sustantivo, imaginando una vinagreta, la de lengua, plato muy difundido. No hay caso, siento cierto “asquito”, por más que la creciente esfera que hoy define mi cintura, mi panza digamos, reclame su sobredosis alimentaria de cada día. Ella, la panza, podría ser una excelsa palabra, cargada de natural humanidad o un vocablo que obliga a la vergüenza del panzón y la tortura del gimnasio, a cargo de una inaccesible walkiria, pletórica de vocablos, algunos –debemos ser sinceros- tan interesantes que llevan a pensar en el panel central del célebre tríptico del Bosco, el Jardín de las delicias. Depende del punto de vista. Lo dicho: es un problema filosófico.

Confieso mi desconfianza (terrible vocablo) en lo que se refiere a las academias o, mejor dicho, lo que podríamos definir como academicismo áureo. Ocurre que hay oportunidades en las que se suelen definir (gran palabra, verbo además) como “académicos” a productos o producciones que me llevan a sentir un cierto cosquilleo (juguetona la palabrita) en algún lugar de mi consciencia. En particular si ellas pertenecen a sujetos acostumbrados a observar por encima de sus ilustres hombros a sus semejantes (contundente “palabraza”), supuestamente subsumidos vaya uno a saber en que rincón de la ignorancia, incapaces (¡horribles vocablos!) al parecer, de alcanzar el altar (palabra luminosa) de la ilustración de los figurones, expresada en complejos textos, plagados de ininteligibles vocablos. Ellos, los academicistas especializados en fabricar globos, esos que creen que todo lo saben, o simplemente que "saben" (¿es admisible que una palabra tan hermosa termine convertida en un vil vocablo?), me recuerdan al Salon des Refusées y con él a sujetos que algún fósil del intelecto no dudó en rechazar (vocablo, verbo deplorable) a creadores notables tales como Monet o Cézanne, entre otros. Confieso que no puedo retener en mi memoria muchos de los nombres de quienes ocupaban las paredes del Salón Oficial por aquellos años. Ni hablar de los críticos o jurados que fueron capaces de cometer semejante tropelía, palabra atractiva, caída en desuso, por más que las tropelías sobren en nuestra tierra. Menos mal que hay enciclopedias. Para acordarse de los fósiles, digo… las tropelías no necesitan ser registradas, están.

Con academias o sin ellas, los hispano parlantes ya no tenemos un idioma o lengua (insisto: vocablo equívoco, recordar la vinagreta). Parece ser que hay acuerdo en no tener muy claro si hablamos español, castellano, argentino, colombiano, cubano o vaya uno a saber qué. Lo nuestro se ha convertido en un fárrago de palabras portadoras de múltiples influencias, aunque no deja de ser interesante este torrente idiomático (bueno, bueno, no se enojen los académicos, digamos lingüístico), ya que las cosas se han puesto diversas y la diversidad tiene sus ventajas: puede enriquecernos. Pero cuidado, que el enriquecimiento debe gozar de licitud (¿a qué les suena esto de la licitud; será una palabra o apenas vocablo discontinuado?), toda vez que abandonar la condición esdrújula que bien aconseja respetar las reglas del juego nos puede llevar por los meandros (vocablo sin duda traicionero) del enriquecimiento ilícito, a veces tan habitual como el aire, para desaire de la justicia, palabra hermosa que de tanto menearla al voleo corre el riesgo de convertirse en un vacío vocablo.

El idioma no es estático. Como la falquitrera (está buena la palabra ¿no?) puede crecer o menguar hasta mostrar una dramática falta de contenido, sólo piel y sin huesos, ya que apenas es una falquitrera. O lo que es peor: ella puede engordar al punto tal de inhibir (¿palabra o vocablo?) la básica identificación entre las saludables proteínas y los muy dudosos lípidos. La grasa de las capitales no se banca más, cantaban Charly y Serú Giran. ¿Banca? ¿Asiento, entidad financiera o actitud de sostener, soportar o aguantar algo o alguien? ¿Sustantivo o verbo? Ya ven, el asunto tiene sus aristas. Se impone entonces el buen uso de la palabra.

4 comentarios:

Palabras como nubes dijo...

Borges -creo que él fue- dijo que no existen los sinónimos. Cada vez concuerdo más con esta opinión suya.
Por otro lado, muchas veces las palabras no nos "suenan" bien porque no estamos acostumbrados a leerlas o escucharlas.
)Hace muuuuuchos años, yo, que tenía 5, había aprendido a leer y tenía un libro de cuentos donde aparecía la palabra irascible. Desde esa vez que la utilizo en forma común, quedando en varias ocasiones como la "que quiere dar la nota")
Vocablo y palabra según la RAE son sinónimos, pero mmmm, estamos más acostumbrados a palabra.
Buen posteo :)

Abrazo
Jeve.

ars dijo...

Viniendo de vos, el comentario es un halago. Gracias.

María dijo...

Genial, lo agendo...

ars dijo...

Gracias.