10/10/10

Aretha ( o divagues en la medianoche)

Allá, por los setenta, quien escribe esto estaba decididamente enfrascado en descubrir el blues y, de rondón, se permitía el entusiasmo por el rock. El Woodstock del '69 fue toda una revelación.

Pero las músicas son muchas y múltiples. Estaban las óperas del Colón, las composiciones de Piazzola, Vinicius de Moraes, los Zupay, María Elena Walsh, la incipiente Mercedes Sosa, los Chalchaleros y la jodarra de la Manzana de las Luces, esto es el Di Tella y todo lo que alrededor de este ícono cultural de Buenos Aires se desarrollaba. En síntesis, una ensalada. Y recalco el concepto de "la ensalada" por mi entonces condición de post adolescente. ¿Se puede tener otra cosa en la cabeza a los 19 o 20 años?

De repente descubrimos la música soul que -en medio del revoltijo que intenté resumir- nos rompe la cabeza de buenas a primeras. Y, con esta música, la benéfica aparición de Aretha. Confieso que en mi juvenil situación me enfrenté a un dilema. ¿Era esta una música "políticamente correcta" o un simple movimiento comercial? Pregunta pueril a mi actual edad, y sustancial cuando se es un jovencito.

El soul me gustó, sobre todo el esquema de la canción cantada en dos planos simultáneos y complementarios, la de la voz solista y el coro, aspecto hoy casi indispensable, pero decorativo y con un sentido sinsentido, en los conciertos de tantos y tantos mega solistas, salvo honrosas excepciones.

Vamos con la Aretha de los años setenta.

Dije con Aretha. Agrego: y con el coro, parte sustancial en estas músicas, devenidas del Godspeel, en general. Se trata de una cuestión no solo musical, sino también gestual.

Pero ella siguió cantando, como era de esperar. Y nunca pudo eliminar de su repertorio esta canción, ya un ícono. Veamos una versión de unos cuantos años más tarde, en estado de madurez. Habían pasado 18 años.

No sé ustedes pero yo veo aquí una voz que ha perdido el brillo natural de la juventud que, pasado el tiempo, mantine su esencia y se sostiene fundada en el oficio, la técnica y la experiencia. Como sea que sea, sigue siendo una voz especial, la de Aretha. Y, volviendo al indispensable coro, también. Este es acorde con la solista. Y lo gestual no ha desaparecido, aunque sí morigerado. Ya son tiempos posmodernos. También comerciales en términos explícitos, aspecto que no es cuestionable por cierto, por más que socave los basamentos románticos de aquella juventud.

Pero hay más. Dicen los que me conocen que suelo ser largo. Y sí, me gusta desgranar los temas o cuestiones que llaman mi atención hasta el último detalle, en la medida que sea posible hacerlo. Y me gusta porque en el detalle, ese maldito detalle, está la diferencia. Veamos y escuchemos a una Aretha explícitamente volcada al negocio del arte que, repito, no critico.

Digo: ¿Notaron que aquí no hay músicos ni coro? Alcanza con una grabación, el conjunto deja de ser interesante, basta con figura central y una grabación del resto, pista de soporte le dicen, según creo. Estamos en la etapa de las repeticones fordistas del arte, en este caso un tipo de música popular.

Uno nunca supo el nombre de las/os integrantes de los coros que acompañaron a Aretha. Tampoco sabe los nombres de muchos otros integrantes de otros coros, pero ellas y ellos allí estaban. Uno los vió y, en más de un caso, luego los reconoció solistas o formando parte de alguna banda o conjunto.
Ahora, en más de una oportunidad, ya no los vemos. Son simplemete una grabación. No me gusta nada.
Luego, Aretha, has sido y sos una maravillosa cantante. Tu extraordinaria voz alumbró muchos momentos de mi vida.

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