19/1/08

La ciudad de los niños


Francesco Tonucci es un pedagogo notable, italiano él, que desde el día que tuve la suerte de conocerlo y, sobre todo escuchar su mensaje, me ha hecho reflexionar.
Hace unos años atrás supo estar por Ushuaia y, gracias a Estela, mi compañera de toda la vida, quien me avisó de tal circunstancia, tuve el privilegio de poder asistir a una de sus charlas, en las que relató una experiencia llamada “La ciudad de los niños”.
Creo que a estas alturas no son pocos los que conocen de lo que estoy hablando, empezando por el libro que el mismo Tonucci ha publicado sobre el particular que, si no lo han leído, recomiendo efusivamente que lo hagan.
Lo más atrapante de las ideas de este hombre es su sencillez y en ella, lo poderosamente transformadoras que son. Y así fue, efectivamente, lo que pude escuchar aquella tarde, en la que apenas seríamos unas 20 o 25 personas, de las cuales –si no recuerdo mal- sólo tres o cuatro éramos arquitectos.
Ese día habló (y hablamos), del espacio urbano y su relación con quienes deberían ser los primeros en quien pensar, a la hora de intervenir en el mismo, en todo sentido: los niños.
Es simple: si una ciudad es ámbito adecuado para la vida libre y creativa de un niño, lo será para todos.
Esto que cuento pasó hace más o menos 11 o 12 años. No recuerdo muy bien las fechas. Sin embargo no olvido el cambio conceptual que este amigable hombre produjo en mí.
No hace demasiado tiempo, repentinamente empezaron a aparecer nuevos cruces de calles en la ciudad de Ushuaia, que mantienen el nivel de la vereda, por lo cual ya no es el peatón quien “intrusa” el espacio de los automóviles sino que, por el contrario, son éstos quienes “avanzan” o atraviesan el ámbito natural de los peatones, la siempre amigable vereda. Este “detalle” era, justamente, una de las tantas ideas propuestas por Tonucci para que la ciudad fuese de los niños.
En verdad no tengo idea de las razones por las que el Municipio comenzó a realizar este tipo de solución constructiva y si tal política se inscribe en un proyecto más amplio, justamente siguiendo las ideas de Tonucci que, dicho sea de paso, se han puesto en práctica en muchas ciudades, comenzando por su ciudad natal. Así y todo aplaudo la iniciativa, aunque es menester hacer un crítica: nadie ha explicado de qué se trata y por lo tanto, más allá de la inveterada y estúpida costumbre que caracteriza a la mayoría de nuestros connacionales por su extrema inconducta a la hora de tomar el volante de un automóvil en sus manos, no son pocos los que no han comprendido la función que cumplen estos dispositivos y mucho menos qué criterio adoptar a la hora de circular por la ciudad.
Digo más, no faltan (y son muchos) los que creen que se trata de una nueva versión del inaguantable y agresivo “lomo de burro”, que haciendo honor a su nombre, no es otra cosa que una burrada.
Dejo mi duda flotando en el aire (o en la Web), insisto en la crítica que he formulado y sugiero interiorizarse un poco más sobre la idea de La ciudad de los niños.
Hay, además de sus libros y publicaciones de distito tipo, muchísimos sitios en Internet sobre el particular (aquí un ejemplo) y, en general, sobre el mismo Tonucci, toda vez que sus interesantísimas ideas no terminan aquí. Hay más.
He seleccionado esta página, que invito a recorrer. Click aquí.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No creo que se haya avanzado demasiado en cuanto a crear lugares apropiados para el juego, la conversación y el paseo. Al creciente caos de las ciudades se suma la amenaza de acabar con las superficies verdes para instalar en ellas aparcamientos. Engañan a los ciudadanos con la noticia de que sobre los coches habrá árboles. ¿Qué árboles? Cualquiera con sentido común sabe que encima de ese suelo solo pueden sobrevivir algunas macetas. Hay que promover la bicicleta y los paseos a pie para que los ciudadanos sean ciudadanos y no consumidores. Salir a la calle es, en ocasiones, un suicidio, y los niños van siempre cosidos a sus padres y abuelos, asustados. Necesitamos que los espacios públicos de reunión y ocio se amplíen considerablemente y que la barbarie del coche ceda el sitio a la civilización del paseo contemplativo. Espacios peatonales en casi toda la ciudad. Si la ciudad es pequeña podrá recorrerse sin problemas a pie, y si es grande están los transportes urbanos. O modificamos nuestros hábitos o seguiremos siendo víctimas de los intereses del mercado.

Anónimo dijo...

Amigo: Concurdo contigo, tanto que en mi tímida publicación afirmo lo que Tonucci se ha cansado de explicar: "Si una ciudad es apta para los niños, los es para todo el mundo". Parece que son muchos los que se empecinan en que no sea de este modo, para mal de muchos, entre ellos nosotros mismos... Y los niños.