17/8/08

José Francisco de San Martín


El 17 de agosto de 1850 falleció José Francisco de San Martín, "Generalísimo de la República del Perú, y Fundador de su libertad, Capitán General de la de Chile, y Brigadier General de la confederación Argentina", como él mismo define en su testamento, que suscribe el 23 de enero de 1844 visto "...el mal estado de mi salud", según expresa. Este testamento fue escrito en una simple hoja de papel, sin ceremonias. Curioso, al menos para mí que encuentro en la figura de este hombre (a la que necesariamente sumo la de otro grande, Manuel Belgrano), una humana escala de valores que fundamenta la ética republicana que nos justifica. Curioso, digo, porque por propia boca de San Martín lo sabemos Generalísimo de la República del Perú; luego Capitán General de la de Chile. Finalmente, Brigadier General de la Confederación Argentina. Parece que al Padre de la Patria, no lo apoyaron demasiado por los Buenos Aires que, más que buenos, le resultaron fétidos, por cierto.

Un cretino que no hace mucho ha gobernado este país supo decir alguna vez que “cuando uno decide dedicarse a la política echa su honra a los perros”. Buena autojustificación, aunque falaz. Supo haber hombres por estos territorios que supieron de honra, tuvieron pudor y, ganando o perdiendo, fueron capaces de tomar distancia, aunque se les partiera el alma. San Martín ha sido uno de ellos, aunque no el único. Podría citar a varios hombres y mujeres notables que, a no dudarlo, son los verdaderos forjadores de lo que hoy es un país, el nuestro. Muchos de ellos son considerados hoy “políticamente incorrectos” mientras que otros –tal el caso de José de San Martín o Belgrano- han sido convertidos en un fin de semana extendido, un acto anodino y descontextualizado en las escuelas y una imagen estática en medio de alguna plaza o en algún billete de papel moneda que a nadie interesa toda vez que no tiene, al decir de Manolito, el recordado personaje creado por Quino en torno a Mafalda, “ese color verde…”. Y así nos va.

Y cuando digo hombres y mujeres me refiero exactamente a eso, estrictamente seres humanos, con sus miserias a cuestas, y no a esfinges de bronce. Por humanos han sido grandes y por humanos merecen nuestro respeto. Fueron capaces de honrar los desafíos que la vida les puso por delante a partir de su condición de seres imperfectos. He aquí el punto: se sirve a la Patria siendo seres de carne y hueso que hacen honor a su condición humana, todos los días, sin que sean necesarios estridentes clarines o briosas fanfarrias.

Volviendo a San Martín, José Martí resume de este modo su existencia:

“Un día, cuando saltaban las piedras en España al paso de los franceses, Napoleón clavó los ojos en un oficial, seco y tostado, que vestía uniforme blanco y azul; se fue sobre él, y le leyó en el botón de la casaca el nombre del cuerpo: “¡Murcia!” Era el niño pobre de la aldea jesuita de Yapeyú, criado al aire entre indios y mestizos, que después de veintidós años de guerra española empuñó en Buenos Aires la insurrección desmigajada, trabó por juramento a los criollos arremetedores, aventó en San Lorenzo la escuadrilla real, montó en Cuyo el ejército libertador, pasó los Andes para amanecer en Chacabuco; de Chile, libre a su espada, fue a Maipú a redimir el Perú; se alzó protector en Lima, con uniformes de palmas de oro; salió, vencido por sí mismo, al paso de Bolívar avasallador; retrocedió; abdicó; cedió a Simón Bolívar toda su gloria; pasó solo por Buenos Aires; se fue a Europa, triste; murió en Francia, con su hija Mercedes de la mano, en una casita llena de flores y de luz. Escribió su testamento en una cuartilla de papel, como si fuera el parte de una batalla; le habían regalado el estandarte que el conquistador Pizarro trajera a América hace cuatro siglos, y él le regaló el estandarte, en su testamento, al Perú.”

Me quedo con esto.

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