7/2/09

Todo bien, man. Todo bien...


Uno es lento de reflejos y tarda en darse cuenta de algunas cosas. Me he preguntado (y por ahí hay más de un post al respecto), la razón por la cual venimos sufriendo tantas contradicciones y enfrentamientos entre el conjunto de los productores agropecuarios (chicos, mediamos y grandes) de nuestro país –por definición agropecuario- y nuestras autoridades nacionales. Ni hablar de la producción industrial, empezando por el sector al que pertenezco, la construcción, en el que se han anunciado tres o cuatro veces las mismas obras sin que nunca se realizaran y es más que dudoso que se hagan realidad.
Anoche, en una de las tantas sesiones de anuncios de cosas que no ocurren ni ocurrirán salvo en los informes de la T.V. oficial, medios comprados y expedientes que terminarán en algún húmedo sótano olvidado, con toques ocurrentes y simpáticos de nuestra Presidente (por caso su último chascarrillo, decir que Obama es peronista), vi lo que no había visto: el verde. El jardín del Edén, nuevo escenario de la perorata oficial, sin preguntas y nunca una respuesta. Monólogo desde el poder.
Diría que desde hace ya un tiempo, los anuncios del país borgiano (con perdón del maestro Borges), es decir el que no existe, ficcional, se hacen con un fondo verde, muy adecuado, fresco y campero sin igual. En Olivos llueve aunque no llueva. Es una especie de Versalles de morondanga.
No es que las cosas no funcionen. Somos nosotros, tarados totales, ignorantes sin igual, los que no nos damos cuenta de la fantástica revolución que vive la Argentina.
Como uno es algo duro de entendederas sigue pensando que este asunto de las revoluciones mediáticas, masa mediante, no es muy conducente que digamos. Pero uno es apenas un ciudadano que se resiste a ser simplemente habitante. ¿Gran error u obcecación por no perder los últimos vestigios de dignidad que todavía quedan en nuestra conciencia? Todo un dilema.
Eso sí, alguien debería recordar el destino de Luis XVI y María Antonieta.
No seré yo quien tome la Bastilla. No seremos nosotros, los que nos resistimos a masificarnos. Serán las mismas bestias que hoy alimentan los habitantes del Jardín del Edén trucho.

No hay comentarios: