2/12/08

Acerca de la inclusión (IV)


Esta obra, El Mendigo, es una creación de Bartolomé Murillo (1617-1682), artista sevillano a quien le tocó vivir una época de marcado decaimiento económico en la vida española y, obviamente, en el corazón de su ciudad natal, siempre frágil ante los cambios en la lógica del poder.
Murillo es uno de los mejores exponentes del Barroco Español que, sin ser brillante o espectacular, supo ser bueno. En todo caso tuvo la sensibilidad necesaria para definir lo que parece que el género humano no desea erradicar: la pobreza, y con ella, la exclusión, es decir la no inclusión.


Esta otra obra no es otra que el Juanito Dormido, de nuestro Antonio Berni (1905-1981), un rosarino que sin ninguna duda dejó una clara impronta en el arte reciente de Latinoamérica, en el contexto definido por los que saben de esto como "Movimiento Neo Figurativo".
Neo Figurativo o no, Berni ha captado -como otros- lo mismo que Murillo y, como el sevillano, puso el foco en quien debe ser mirado antes que nadie: un niño, un joven, excluido, abandonado por quienes podemos hacer algo para que despierte de su sueño miserable.
Y hablando de sueños, vaya uno a saber cuáles, es imposible pasar por alto la bellísima obra del Flaco Spinetta, Plegaria para un Niño Dormido, una música de aquellos años, los de Almendra. Escuchen y vean, vale la pena. (Hacer clic aquí, por favor) (1)
También vale la pena, me parece, detenerse en un detalle: esta interpretación de Spinetta se produjo en el Salón Blanco de la Casa Rosada (sede del Poder Ejecutivo de la Nación), en el contexto de una mediática y, para mí, demagógica acción de propaganda político cultural que me animo a definir como la política del Tero. Ya saben, el Tero pone sus huevos en un sitio y pega el grito por otro. Los argentinos sabemos de esto, a pesar de los artistas que, como Spinetta y tantos más -supongo- se conforman con poder decir lo suyo.
Los artistas no son el problema. Lo jodido es el Tero. Y más jodido aún es lo que solemos hacer la mayoría de nosotros: mirar para otro lado, mientras nos resignamos o, lo que es peor aún, nos quedamos con la foto, mientras la dura, durísima realidad sigue como si tal cosa. Deberíamos sentir un poco de vergüenza, al menos de vez en cuando. Ya va siendo hora de abandonar el puño crispado, el canto equívoco del Tero, abriendo nuestras manos a lo que supongo es la libertad, esa que no sabe de Juanitos y sí de oportunidades.


(1) Por razones que desconozco está inhibida la posibilidad de insertar directamente este video en este post, como suele suceder con la gran mayoría del material que libremente, se supone, está alojado en You Tube.

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