16/7/09

En la medianoche

Acaban de dar las 12 de la noche. Es medianoche en la Argentina. Me proponía publicar un nuevo post en este espacio, mi blogcito. No lo haré, en verdad estoy cansado. Mejor me voy a dormir. Pero no será sin nada. Al buen sueño hay que convocarlo con energía positiva. La música de Winston me energiza, me tranquiliza. En otras palabras: me gusta y se me da la gana de escucharla y compartirla.
Vamos con Marsalis y The Lincoln Center Jazz Orchestra. Muy buenos.



Antes del final, algunas consideraciones, propias de un obsesivo como yo. ¿Notaron que la trompeta de Winston no brilla? Ella suena, él la hace sonar. El brillo exterior de los metales es pura pinta, nunca sustancia.
Luego, para los fanáticos de los tambores, ¿observaron la batería del man que está a cargo de los parches? Miren, no es una batería cualquiera, es como las de antes, me parece.
Finalmente, por lo que se observa en el vídeo esto pasó no hace tanto en Stuttgart, ciudad alemana. Será casualidad o no, pero cuento: el festival de Jazz más descomunal que he vivido ocurrió, precisamente en Alemania, un primero de mayo, por las afueras de Postdam. ¿Jazz y Alemania? Relación extraña, a la distancia.
Epílogo: no me pregunten cómo logré llegar a mi hotelito en Berlín, sin entender nada de nada de la lengua de Goethe. Siempre me quedé con la impresión que fue el Jazz, música del cielo, quien me preservó entre tanta fiesta y derroche de cerveza. O, por ahí, fueron las salchichas de Baviera. Ciao, caros.

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