19/7/10

La Tempestad

Giorgio Barbarelli -por todos conocido como Giorgione- como el otro gran artista veneciano de su época, Tiziano, provenía del taller de Giovanni Bellini, famoso por el uso del color y la luz. Tanto Giorgione como Tiziano (más joven que el primero) siguieron adelante con la técnica de su maestro y la desarrollaron, a veces en conjunto. Son muy pocos los cuadros que pueden ser atribuidos sin dudas a Giorgione, que yo sepa apenas cinco, pero la notable calidad de estas obras le han asegurado al artista un sitio de honor entre los maestros del Renacimiento. Lamentablemente, Barbarelli murió joven, a los 32 años, y no pudo disfrutar el éxito que supo vivir su amigo Tiziano, máximo representante de la pintura veneciana durante al menos 50 años.

La Tempestad, (1) un pequeño cuadro que atesora la Gallerie dell’Accademia de la ciudad de Venecia, es quizás la mejor de las obras de Giorgione. O la más célebre en todo caso. Se trata de un óleo sobre lienzo que apenas mide 82 x 73 cm, que nos muestra una escena que proporciona placer visual y nos deja el misterio de su significado, además de su condición de obra excepcional para su época por ser ante todo un paisaje, posiblemente el germen de la pintura paisajística que luego se desarrolló en los siglos XVII y XVIII, que fuera fundamental como fuente de inspiración de la pintura naturalista, ya en el siglo XIX.

En primer plano vemos un centinela. ¿Un soldado, un pastor? No lleva armas, pero tampoco hay rebaño. ¿Se encontrará, entonces, guardando a la mujer y el niño que vemos a la derecha de la escena? Por lo pronto se trata de un ser que cuenta con la fuerza que le aportan los pilares rotos que se encuentran a sus espaldas. Una columna rota es un símbolo tradicional de fortaleza, en alusión a Sansón quien al ser cegado (¿se acuerdan de Dalila?), se vengó de los filisteos derribando las columnas del templo, matando a centenares de ellos y muriendo él mismo. Pero el muchacho de nuestro cuadro lleva un báculo (o al menos lo parece) y entonces podemos imaginar que se trata de un peregrino que bien podría estar de viaje con su esposa e hijo. ¿José y María en huída a Egipto?

Una antigua descripción de la obra menciona la escena que comentamos como “paisaje con soldado y gitana”. En verdad no se sabe si ella, la dama que amamanta a su niño, es una gitana. Tampoco sabemos muy bien si él es un soldado. Muchos expertos (yo no, convengamos que solo repito lo que he leído por ahí) creen que esta figura femenina representa a la Virgen María. En todo caso, fuere quien fuere, nuestra dama nos mira directamente a los ojos, rasgo más que sugerente de esta obra. Luego, ella lleva una tela blanca sobre los hombros, signo de pureza, lo que parece tener sentido. Pero esta tela no solo está allí para destacar la pureza, tiene además la función de desviar nuestra mirada hacia la camisa del hombre, también blanca.

Hay un detalle bastante desconcertante, al menos para mí. Prácticamente a los pies de la mujer vemos a una serpiente entrando en un agujero practicado en la tierra. Hay quien comenta que la presencia de la serpiente alude a que esta mujer sería Eva y, si así fuera, el niño que amamanta no sería otro que Caín, el primer hijo de Eva. Como pueden ver, el cuadrito no está fácil, que hay tela para cortar. ¿En qué quedamos? ¿Gitana, María o Eva? Flor de lío, ¿no creen?

Vamos, ahora, al paisaje. ¿Qué vemos? Esencialmente tres cosas, a saber:

a)Una ciudad vacía o abandonada en la que queda como única moradora una cigüeña blanca que está posada sobre un techo (a la derecha, un poco más abajo del relámpago, casi imperceptible), que permanece ajena a la inminente tormenta, como las figuras que aparecen en primer plano.

b)Luego una serie de árboles imaginarios en los que los follajes han sido magistralmente plasmados y sobre los que animo a decir que han servido de ejemplo a paisajistas de la talla de Constable o el mismísimo Corot. Está de más decir que tanto Giorgione como tantos otros maestros de su tiempo (el caso más célebre es el de Leonardo, claro está) realizaban estudios de espacio natural pero, a la hora de poner manos a la obra inexorablemente debían hacerlo entre las paredes de sus estudios o talleres. Bien sabemos que la pintura al aire libre es cosa del siglo XIX. Y un detalle más sobre estos árboles: podemos observar que los troncos de los que se encuentran a la derecha de la imagen presentan una posición diagonal, paralela al báculo del hombre, fuere éste quien fuere. ¿Un cierre compositivo en búsqueda de equilibrio en la imagen?

c)Finalmente, la cereza del postre: el paisaje está cargado de luz y color aportado por un cielo en el que se distingue un rayo que ilumina la ciudad desierta. Un fenómeno atmosférico que es frecuentemente un símbolo de la ira de Dios y, quizás, la clave del significado de este cuadro. Pero, más allá de la simbología, tenemos en este cielo, en el rayo mismo, un uso innovador de la luz y el color, ensamblaje de sus imágenes disímiles, aspecto que crea la magia singular de esta obra.

Esto se termina, me parece suficiente por hoy. Sin embargo, como me gustan las contradicciones y las preguntas que no siempre tienen una sola respuesta, les dejo la reproducción de otro cuadrito, nada menos que de Éduard Manet: Almuerzo sobre la hierba.

¿Hay conexión entre estas dos obras? Buena pregunta ¿no creen? Develaremos el misterio en otra oportunidad, ya habrá tiempo.

(1) Para ver más amplia la repruducción que aquí se publica, hacer "click" en la imagen o, en todo caso, buscar una mejor alternativa en Internet, que hay muchas.

4 comentarios:

An Wild dijo...

Me ha gustado tu análisis...

Ahora ya tengo curiosidad por la relación existente entre la primera obra (La tempestad) y la que pusistes al final del post, de Manet.

Me seguiré pasando por aquí.
Un abrazo.

ars dijo...

Muchas gracias. En realidad no hay demasiada relación entre un cuadro y otro. Manet (que tenía una formación académica) realizó algunas obras en las que hace algunas alusiones a obras de otros tiempos. Los casos de su Olimpia y El Bar del Folies Bergeres son los más claros en este sentido. De todos modos incluí al "Almuerzo" para poner un poco de pimienta al asunto. Saludos.

Palabras como nubes dijo...

Otro posteo para aprender!!! Gracias, gracias, Francisco

Una preguntonta: cómo sabés que es una cigüeña ese pájaro que está arriba del techo?
No veo a la serpiente :(

Algo -entre otros- que me llama la atención en este cuadro es la desnudez de la mujer y el nene, se contraponen con hombre, cuya vestimenta está bastante detallada.

Cosas del ojo inexperto, quizá.

Abrazo y FELIZ DÍA DEL AMIGO!
Jeve.

ars dijo...

Empezamos por el final. La desnudez implica pureza, aspecto que realza el lienzo o tela blanca. Además ella amamanta a su hijo y no solo eso, presenta una apariencia física relacionada con la maternidad.
A la serpiente no se la ve muy bien en la foto que ilustra el blog. En realidad hay que buscar alguna imagen algo más grande y nítida, que las hay. Ocurre "que yo sé que la serpiente está ahí". Algo parecido pasa con el pajarraco del techo, que en esta reproducción es un ínfimo puntito blanco. Nada, Jeve, que en los libros dice que se trata de una cigüeña y así parece ser. Un día, muy de paso por Venecia, me di una rapidísima vuelta por la Academia. No tuve demasiado tiempo como para pensar estas cosas, pero me quedó el catálogo (je,je,je), Gracias como siempre.