14/11/10

Pollock

“Deben intentar asimilar lo que el cuadro les ofrece y no traer en la mente un contenido principal y una opinión tomada de antemano y buscar su confirmación en el cuadro.”
Esta frase pertenece a Jackson Pollock, quien junto a Robert Motherwel y Wilem de Kooning, es uno de los representantes más significativos del expresionismo abstracto norteamericano. Expresionismo y abstracto, una mezcla explosiva, como el mismísimo Jackson y su obra.

En la concepción de Pollock la fantasía es un elemento esencial a la hora de aprehender una obra de arte. Leonardo ya había dicho lo suyo, allá por el 1500, en su Tratado sobre la pintura, en el que se puede leer: “Una nueva forma de observar inventiva consiste en contemplar una pared repleta de diferentes tipos de manchas. Si uno desea inventarse alguna situación, allí puede observar cosas que recuerdan a paisajes diversos. Ya que mediante cosas confusas e indeterminadas se despierta el intelecto para inventar cosas nuevas.” (1)

No cabe duda alguna que esta concepción cabe a los cuadros de Pollock. Más allá de esto, este pintor –propio de los complejos años ’50- no se inspiró de ningún modo en la pintura del gran maestro renacentista. Diría que por el contrario, hizo caer la pintura tradicional en el más estricto sentido de la palabra. Nada de caballetes, sino lienzos en el suelo, sobre los que se chorreaba la pintura, aparentemente sin sentido alguno. Es que para Pollock pintar era una acción, un hecho o experiencia, renovada cada vez, cada día, en una suerte de ceremonia en la que primaban el estado de éxtasis y de trance. El pintor nunca podía predecir la apariencia final de su esfuerzo. Simplemente se prestaba a una especie de representación dramática, en la que la obra no era más que una consecuencia. Tanto que la mayoría de sus pinturas llevan como título, un “sin título”. Acción, solo eso. Y sin embargo la visión de su obra embarga. Misterios del arte. ¿O certezas? Vaya uno a saber…

(1) Nota: Me voy pensando en Leonardo, un genio.

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