Miró lo que quedaba, cerró el interruptor eléctrico, echó llave a la puerta y partió. Allí quedaba la sala, privilegiada testigo de hechos que importaron.
Ya en la calle, recordó al brasero. Mejor dicho la mesa vestida y su brasero. Las cosas, las que marcan destinos, pasaron por allí. Incluyendo el accidente de la tía Carlota, que no murió dormida, vieja, sino por el monóxido. "Dios nos da y Dios nos quita", supo decir su madre, la hermana de Carlota.
Allí hubo muerte. También amores, chimentos. Allí comenzó su existencia en tiempos prohibidos.
-Es la vida- Pensó, alejándose de aquello.
Comienza otra "saga". En este caso el título es "La Sala". O mejor dicho, "La Sala Intima", que suena mejor, inquietante. Una persona que no conozco y ya conoceré me ha impulsado al experimento. Se aceptan propuestas y, al menos aquí, se publica todo. Eso sí, sin faltar a la "sana moral y las buenas costumbres".
2 comentarios:
Bien!!Me gusta... Yo tengo mi "sala íntima" en el horno, en cuanto esté cocinada te aviso, aún le falta.
Abrazo
Jeve.
Espero más salas íntimas, por supuesto! No conté, tiene cien?
Son cien y serán cien las próximas. Me hice adicto al jueguito.
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