Me dicen lo que debo decir. Digo lo debe decirse. Decimos lo que decimos y no decimos nada. Palabras y más palabras. Solo palabras. ¿Y si digo lo que no debe ser dicho?
Hay voces que se animan a decir sin miedos, que dicen bien. Pero faltan oídos. O ya no escuchan, no pueden hacerlo, están cerrados.
Entonces se dice lo que nos reduce. Y cada día decimos menos, porque no sabemos decir. ¿Qué decir sobre lo que no se conoce? Nada, obviamente. Y no decimos sino que nos dicen. Somos seres cautivos.
La dependencia es hija de la ignorancia.
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