30/12/11

Año nuevo, vida cotidiana



“Año Nuevo es la fiesta que celebra el inicio de un nuevo año.”

Esta esclarecedora definición inicia el artículo publicado en WikipediA sobre esta generalizada fiesta, que no es de ahora, dicho sea de paso. Tampoco la única, aunque cierto es que por distintos motivos la mayor parte de este planeta festeja de algún modo el cambio de año según reza el calendario dispuesto por el papa Gregorio XIII tiempos del Renacimiento, allá por el siglo XVI, si no me equivoco.

No tenía en mente formular una crítica a la (para mí) interesante y muy peligrosa WikipediA. Pero no puedo con mi genio. Interesante porque es una herramienta formidable. Y por la misma razón, peligrosa: se pueden construir herramientas formidables que posibiliten la generalización de inexactitudes y/o giros literarios del tenor del señalado, formateando el pensamiento de cientos de millones de seres humanos. Por eso, amigos lectores de este pequeño espacio repito algo que no me he cansado de manifestar a cuanto joven estudiante se cruzara en mi camino: “cuidado con la Wiki.”

Volviendo al Año Nuevo o, mejor dicho, a los Años Nuevos, apenas digo que es bueno esto de festejar lo que está por venir. No conozco civilización, pueblo, cultura, o lo que fuese, que no tenga o haya tenido una celebración en este sentido cosa que, si lo pensamos un poco, es absolutamente lógica. En definitiva los seres humanos tenemos –entre otros- un motor existencial cuyo combustible se compone de esperanzas y expectativas por lo que vendrá, más miedos e incertidumbres por similares razones. La esperanza se festeja, la incertidumbre se conjura. Moraleja: necesitamos una fiesta.

Me voy yendo hacia el nuevo año mientras pienso que si nos ponemos ecuménicos, no faltarán motivos para reiterar festejos y conjuras. Apelando a la información aportada por la WikipediA, paso un calendario que, por las dudas, sugiero verificar.

Africa
Enkutatash, la celebración del Año Nuevo etíope, el 11 de septiembre.
América del Sur
We Tripantu, la celebración del Año Nuevo mapuche, tiene lugar el 24 de junio.
El Año Nuevo Aimara se celebra cada 21 de junio, la época del solsticio, con la llegada del invierno.
Medio Oriente
Rosh Hashanah, la celebración del Año Nuevo judío, suele llevarse a cabo en septiembre.
El Año Nuevo musulmán se celebra el 1 de muharram, cuya fecha correspondiente en el calendario gregoriano varía de año en año puesto que el calendario musulmán es lunar.
Asia Oriental
Losar, celebración del Año Nuevo tibetano, se realiza entre enero y principios de febrero.
Sudeste Asiático
En Tailandia, Camboya, Birmania y Bengala el año nuevo se celebra el 14 de abril.
Tết, celebración del Año Nuevo vietnamita, se celebra junto al Año Nuevo Chino.
Asia del Sur
El Año Nuevo hindú se celebra dos días antes del festival de Diwali, a mediados de noviembre.
Ugadi, celebración del Año Nuevo telugú, se efectúa entre marzo y abril.
Nouruz, celebración del Año Nuevo iraní, se lleva a cabo en el equinoccio de la primavera (21 de marzo, aproximadamente).
Naw-Rúz, la celebración de la Fe bahá'í, se realiza en el equinoccio primaveral (21 de marzo).
Europa
Algunos miembros de la Iglesia ortodoxa, como mantienen el calendario juliano, festejan el Año Nuevo el 14 de enero.
Entre los aborígenes guanches de Tenerife (Canarias, España), el Año Nuevo se celebraba con la recogida de las cosechas (aproximadamente el 15 de agosto), y se conocía con el nombre de Beñesmer.
Entre los rosacruces de AMORC se celebra el nuevo año entre el 21 de marzo y el 23 de marzo, lo más cerca posible del equinoccio de primavera.
1 de Vendimiario, celebración de Año Nuevo según el calendario republicano francés, equivale al 22 de septiembre.
Samhain, celebración de Año Nuevo del neopaganismo celta, cerca del 1 de noviembre.

En fin, no estaría nada mal festejar todo el año a los nuevos años. Es, supongo, una forma interesante de encarar las cosas que nos van pasando. Cada día de nuestras vidas implica una renovación.

Felicidades. Nos vemos el año que viene. Es decir siempre.



Nota 1: Por cierto, a los occidentales y cristianos todavía nos queda, pasada la fiesta del Año Nuevo, la llegada de los Reyes Magos. Al respecto, me remito a este post, publicado doce meses atrás.
Nota 2: No me quiero poner pesado con la Wiki. Sin embargo, si se lee la relación de “años nuevos” que allí se publican, rápidamente se concluirá en que no solo es incompleta sino que está pésimamente redactada. Es lo que hay... Y no es resignación lo mío. Sólo una lectura, por decirlo de algún modo.

21/12/11

Hanuka



Se enciende la luz. Es el חֲנֻכָּה, en castellano Janucá.  Que no se apague la llama que nos ilumina.

11/12/11

Domingo


En el reproductor de CDs suena el saxo de John Coltrane. Blue Train. Apenas pasó el mediodía, la tarde se presenta apacible. No hay otro sonido que el de la música que regala John, junto a McCoy Tyner, Jimmy Garrison y Elvis Jones. El pino del fondo de casa está más florecido que nunca, majestuoso. El brilla a la luz de un sol que no decide aparecer del todo, puro amague. Felipe, compañero de tantas tardes similares, se cansó de emitir su variado repertorio de “guaus”, todos y cada uno con un unívoco significado: “abrí la puerta, Francisco, que me quiero echar en la silla.” En este caso no hay amagues, sino explícitas intenciones.

Tanta insistencia -la de Felipe, claro- doblegó las últimas resistencias de mi lábil voluntad. Entre escuchar el reclamo del can y barrer luego la montaña de pelos que deja por doquier, prefiero el uso de la escoba. Después de todo, me dije, no vendría mal otra charla instructiva, en este caso orientada a la actualización de sus conocimientos sobre el arte abstracto, aquel que pretendió la construcción de un mundo mejor hace más o menos unos ochenta años.

“Fijate vos, Felipe, que a primera vista puede resultar sorprendente que el arte abstracto, tan difícil de comprender, tendiera a influir en la vida cotidiana europea, allá por los años de la Primera Guerra y por unas décadas, al menos hasta terminada la segunda. ¿Qué tenía en común un arte de estas características con la vida de cada día? Nada, querido Felipe. Y por no tener nada que ver, precisamente, el arte abstracto encontró su oportunidad. La espantosa experiencia de la guerra convirtió en una utopía la esperanza de los expresionistas de crear un nuevo tipo de ser humano, mediante un arte subjetivo, cargado de emociones.”

Como era de esperar, Felipe se acomodó sobre la silla, emitió un resoplido que lo caracteriza, resignado, y se preparó para lo peor: que yo siguiera con el asunto. Me parece que lo de las utopías emocionales no le gustó mucho que digamos. No me amilané. Vamos a fondo, pensé, busquemos bibliografía. 

“El mundo del arte se contrapuso a la realidad y la abstracción se convirtió en la expresión de la utopía de un mundo mejor. Con el objeto de convertir en realidad el sueño que permitía conducir a la humanidad a un mundo mejor mediante el arte, debían cumplirse dos condiciones primordiales: por un lado el arte debía ser armónico, claro y puro. Por otro lado, este nuevo arte tendría que abrirse camino en la vida cotidiana, para poder actuar en toda la sociedad.” (1) 

Curioso. Por alguna razón esto me hace pensar en la Grecia Clásica. ¿Habrá alguna relación? Seguramente se trata de otra de mis asociaciones ilícitas. Mejor no hacer caso, es una disgresión.

Felipe, a estas alturas, sólo atina a resoplar y dejar volar su mente hacia huesos jugosos que roer, pelotas con las cuales correr y jugar, rincones que husmear. En un arranque, se me ocurre cambiar de CD. Ahora estamos con un muy étnico Herbie Hancock. Maulana. Nada, todo sigue igual.

Repaso, entonces, imágenes para terminar de convencer de una buena vez a tan obstinado perro. Mondrian y Malewich no hicieron mella. Tampoco Robert Delaunay; sin embargo Klee lo logró aunque, para ser sinceros, no fue para tanto. De puffff, pasamos a grrrpufffarrfff. Así y todo es un avance. ¿Cómo no emocionarse con la obra de Paul Klee? 


Este cuadro, Barcos saliendo del puerto (1927, óleo y tinta china sobre lienzo, 50,20 x 64,40 cm, Staatliche Museen, Berlín; patrimonio cultural prusiano), nos muestra como el pintor trazó caprichosamente un camino hacia el balance armónico. En 1915 Klee decía “Cuanto más horrible es este mundo, tal y como es hoy, más abstracto es el arte.” Y, en efecto, a menudo se percibe en la obra de este artista una huída irónica al universo poético del arte. Las huellas de la experiencia (por caso la flecha roja) se sintetizan en cifras pictóricas y aparecen  como residuos del mundo real en un mundo absoluto y autónomo: el de las formas. (2)

El uso de formas propias de la expresión infantil por parte de Klee nos lleva a una interpretación dual: la utilización de su simplicidad elemental como crítica a las convenciones y a la formación y, por otra parte, la consciencia de la diferencia entre arte infantil y un idioma de signos simplificado conscientemente, que termina de crear constantemente su espontaneidad.

Sonó el timbre. Es el muchacho que se dedica a propinar largos paseos a unos cuantos canes, entre ellos Felipe. No sé por qué, pero me pareció que esta vez se puso menos resistente a la larga caminata. 

Yo me quedo con mis músicas, Klee, el pino y -ahora- las primeras voces vespertinas de los pájaros que él aloja... Las nubes han ganado la batalla pero, aunque no lo veamos, el sol siempre está.

(1) Kraube, Anna-Carola. Historia de la Pintura. Könemann Verlagsgessellschaft, Colonia,1995.
(2) Ver este blog. Explica un poco mejor que yo de qué se trata, creo. http://xgfk10crj.wordpress.com/m3/

8/12/11

Carta


“Necesito, Walter, que incorporemos un buzón en el cerco de obra. El cliente recibe correspondencia y si no ponemos el buzón nunca la va a recibir. Ya sabés lo que pasa con la correspondencia en una obra: desaparece. Y poné el número de puerta, no lo olvides, por favor."

“Por supuesto, arquitecto. Déjelo en mis manos. Duerma tranquilo.”

Al oír esto de “Duerma tranquilo”, pensé en que ya no conciliaría el sueño por un tiempo. Rara sensación, habitual para quienes persistimos en esto de materializar lo pensado, los arquitectos, claro está.

Hubo que esperar una semana para ver cumplido el objetivo. Walter es de los pagos de Formosa y sabe muy bien tomarse las cosas con calma. Una calma, confieso, que envidio.



El tipo, la imagen lo demuestra, se tomó el asunto muy a pecho. Allí, en la imagen, está el pensador. Bien pensado, digo. Y el buzón, qué duda cabe.

Rodin, al lado de esto sos una migaja. 

María


Hoy el catolicismo celebra, recuerda, honra a María. Nada menos que la madre de Jesús. 8 de diciembre. En muchas partes de este vasto mundo esta fecha no tiene significación alguna. Son otros los parámetros culturales. En otras la celebración religiosa ocupa todos los espacios. Finalmente hay sitios, como mi país, en que se mantiene una tradición, no necesariamente con sentido religioso. Los usos y costumbres vienen de algún sitio y a otros se dirigen, como no podría ser de otro modo, dinámica sociocultural mediante. Digo más, mañana –viernes 9 de diciembre- nada hay que festejar o recordar y, sin embargo, la Presidente decidió incorporar un día feriado más, “puente”, de modo tal que son cientos de miles quienes de una manera u otra pasaron en menos de lo que canta un gallo a saborear un anticipo de las vacaciones estivales, ya cercanas. Obviamente los católicos practicantes y de otro modo diferente los genéricamente llamados cristianos, hacen de este día una jornada reflexiva, festiva también, acorde a la fe que profesan. Me parece fenómeno. Cada uno celebra lo que entiende debe ser celebrado.

No sé en el resto del mundo, pero por estos pagos este es el día en que instalamos el set de símbolos navideños en nuestros hogares, y en todas partes, en particular los shoppings, ávidos de ventas. Y, como si biblias y calefones fuesen elementos concurrentes y necesarios para la vida de cada uno de nosotros, aparecen los pesebres, el árbol navideño, los adornos de todo tipo, y hasta más de un toque oriental, velas y saumerios incluidos. Nada, que se viene la fiesta de fin de año y hay que ir preparando el terreno. Lo curioso, sinceramente lo digo, es que hasta quienes no tienen registro alguno de la figura de María, el 8 de diciembre sin excepción proceden al armado escénico que más les place. Luces fabricadas en China, o en Burundi, vaya uno a saber, a estas alturas de la globalización en crisis.

Sabiendo que en mi carácter de hombre occidental y cristiano, centro estos pensamientos inconducentes y al voleo en la figura de María, me animo a decir que Ella, representa algo aún más importante que su evangélico rol de madre inmaculada de Jesucristo. María es la mujer. Concepto irrefutable, de la Venus de Wilendorf hasta el día de la fecha. Sólo la mujer (ellas, digamos) puede derretir semejante espacio social. Lo extraño, me parece, es que en estos últimos tiempos no son pocas las féminas que se han esmerado y esmeran, en autodestruirse como tales, en menos de cinco segundos, como las viejas cintas de la más que vieja serie de T.V. “Misión Imposible”.

Espero otra cosa. Me ilusiono con Marías que definitivamente sean ellas, mujeres, lejos de pretender replicar conductas devenidas de siglos de machismo absurdo. No se trata de reemplazar en términos similares a lo existente, sino de innovar (¿evolucionar?), cimentados en la diferencia. Alguna vez, pares y diferentes, es posible que María y José completen una síntesis aún imperfecta. O no. ¿Acaso no nos define la imperfección?

Por lo pronto informo que estoy haciendo un curso acelerado de carpintería.


3/12/11

Argentinidades


Tengo en mis manos un ejemplar de las obras completas de Jorge Luis Borges, editada por EMECÉ Editores (Buenos Aires, 1974), que alguien me regaló por aquellos años, me parece que en el ´78. Este libro, el objeto en particular, es incómodo. Pero su contenido, hablo de Borges, borra toda adversidad circunstancial.

El objeto, la publicación aludida, ya se cae a pedazos. Fue recorrido muchas veces. A Borges se lo lee, relee y se lo vuelve a leer. Así me lo dijo el bibliotecario de mi escuela secundaria la primera vez que puso en mis manos una obra de Borges. Tuvo razón. Y anoche volví, como en las Ruinas Circulares.

No fue casual el asunto. Hará un mes, más o menos, mi hija me prestó un excelente ensayo de Beatriz Sarlo (“Borges, un escritor en las orillas”, EMECÉ Editores / Seix Barral, Buenos Aires, 2º edición, 2007), que –además de resultar una obra esclarecedora, muy buena a mi juicio- me indujo a volver, como decía, a las páginas mi amado y sobado libro, aquel que me regalaron tiempo atrás. ¿Por dónde regresar sino por Evaristo Carriego? Voy, arbitrario, con la reproducción de algunos párrafos de esta obra que –si no me equivoco- se publicó por primera vez en 1930. Se trata de algunas reflexiones que me interesan.

“Hablar de tango pendenciero no basta; yo diría que el tango y que las milongas, expresan directamente algo que los poetas, muchas veces, han querido decir con palabras: la convicción de que pelear puede ser una fiesta.”

“La música es la voluntad, la pasión; el tango antiguo, como música, suele directamente trasmitir esa belicosa alegría cuya expresión verbal ensayaron, en edades remotas, rapsodas griegos y germánicos. Ciertos compositores actuales buscan ese tono valiente y elaboran, a veces con felicidad, milongas del bajo de la Batería o del Barrio del Alto, pero sus trabajos, de letra y música estudiosamente anticuadas, son ejercicios de nostalgia de lo que fue, llantos por lo perdido, esencialmente tristes aunque la tonada sea alegre. Son a las bravías e inocentes milongas que registra el libro de Rossi lo que Don Segundo Sombra es a Martín Fierro o a Paulino Lucero.”

“Tal vez la misión del tango sea […] dar a los argentinos la certidumbre de haber sido valientes, de haber cumplido ya con las exigencias del valor y el honor.”

“Nuestro pasado militar es copioso, pero lo indiscutible es que el argentino, en trance de pensarse valiente, no se identifica con él […] sino con las vastas figuras genéricas del Gaucho y del Compadre. Si no me engaño, este rasgo instintivo y paradójico tiene su explicación. El argentino hallaría su símbolo en el gaucho y no en el militar, porque el valor cifrado en aquél por las tradiciones orales no está al servicio de una causa y es puro. El gaucho y el compadre son imaginados como rebeldes; el argentino, a diferencia de los americanos del norte y de casi todos los europeos, no se identifica con el Estado. Ello puede atribuirse al hecho general de que el Estado es una inconcebible abstracción (1); lo cierto es que el argentino es un individuo, no un ciudadano.”


(1)   “El Estado es impersonal; el argentino sólo concibe una relación personal. Por eso, para él, robar dineros públicos no es un crimen. Compruebo un hecho, no lo justifico o disculpo.”