¿Ushuaia o su paisaje? Buena pregunta, me dije, mientras me dirigía a cumplir con el ritual dominguero: comprar los diarios del día (esos que duran toda la semana), pasar por Tante Sara para comprar el pan del mediodía, buscar el carbón para el asadito o el tomate para la salsa, si el menú pasa por los ravioles; agenciarse el tintillo que rociará el almuerzo familiar y prepararse para la actuación del equipo de mis amores, el del grato nombre.
Se trata de actividades difíciles que requieren concentración por parte de quien se encuentra en el deber de ejecutarlas. No se admite la falla y no suelen ser bien recibidas las preguntas que excedan el contexto. El domingo es el domingo.
Así y todo, en el fragor de la rutina dominguera, tuve la malhadada idea de hacerme otra pregunta. Una (la antedicha) estaba bien; dos ya implicaba ponerse en el brete de responder y eso, mis amigos, es duro. Al domingo se lo supone laxo. A nadie le gusta auto flagelarse con disquisiciones de ocasión cuando en el cenit del Olimpo (el Olivia, por caso) brilla el sol y nos esperan los ravioles. Sin embargo ocurrió.
Salido de casa llegué hasta la rotonda de Gobernador Paz, esa que parece una gambeta maradoniana, de las que se hacen en una baldosa. Detuve el automóvil. Desde ese sito la vista es muy buena y quería disfrutarla una vez más, como lo hago desde hace treinta años, cuando llegué a estos pagos.
La mirada fue jugando de lo general a lo particular. Inevitablemente me reencontré con los cruces de calle inspirados en la “gran Tonucci” (así llamo yo a la ingeniosa idea de Frato), sobre los que hice algún comentario en los comienzos de este experimento llamado ars. Ellos se presentan bastante bien resueltos. Tanto que hasta el paso del agua de la lluvia o el deshielo, ha sido fríamente calculado. Vean, por favor, la imagen que sigue.
Y sí, bajé del auto y me fijé. ¿Resultado? Observen ustedes mismos.
Terminando el domingo, en un último estertor neuronal, se me ocurrió pensar que no hay mal que por bien no venga. Noten ustedes que de los deshechos muchas veces nace la vida. Allí están las incipientes plantas y, con el tiempo, tendremos un nuevo prado vegetal en la ciudad. Es cuestión de tener paciencia.
Como decía Tato Bores, previo a una pasta de fin de semana, “vermouth con papas fritas y good show”.
2 comentarios:
Comparando las observaciones del colega, con las propias observadas en nuestra "Culta" Buenos Aires, no nos asombremos cuando encontramos la misma basura en las esquinas de nuestra querida Ciudad, o, casi siempre, en toda refacción que se realiza caseramente o nó tanto, tirar los escombros donde ? En las puertas de las Obras en construccion, que como se supone son sucias, también esos anónimos colaboradores aportan con cascotes, basuras, muebles en desuso, vidrios rotos, y demás adminículos "útiles" para las Obras.
Cuando no vuelcan algún volquete tardío, en razón de estar tapados de trabajo, y no encontrando mejor lugar para vaciarlo, que es frente a alguna obra en construcción, porque así los "laburantes" la juntan, no ?
Es cierto y da pena verlo. Mucha más vivirlo. Alguien dijo que la Argentina se refleja en Buenos Aires...
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